EL HOMBRE QUE INVENTÓ MADRID

El hombre que inventó Madrid es una crónica novelada sobre el político, financiero y empresario malagueño José de Salamanca y Mayol (1811-1883) elevado a la nobleza por la reina Isabel II con los títulos de Marqués de Salamanca y Conde de los Llanos, en recompensa por los servicios prestados a España.
La vida del personaje aparece estrechamente vinculada a los acontecimientos históricos de un siglo XIX marcado por las guerras civiles, cambios de régimen y revoluciones que alteraron la paz y retrasaron el progreso económico, social y cultural del país. La figura del marqués de Salamanca aparece retratada como hombre de su tiempo, dotado de gran habilidad para los negocios que hacía prosperar gracias sus buenas relaciones con las altas esferas de las finanzas y la política. Después de obtener beneficios millonarios en Bolsa y realizar inversiones en el exterior, consiguió una ventajosa línea de crédito de la banca Rothschild destinada a financiar el ferrocarril Madrid-Aranjuez, inaugurado por Isabel II en 1851. Ya en plena madurez, llevó a cabo el proyecto del ensanche madrileño mediante la construcción del llamado desde entonces Barrio de Salamanca en homenaje a su promotor. El narrador y poeta Javier Puebla (n.1958) presenta la vida del personaje con un propósito de apariencia más novelesca y literaria que biográfica e histórica. El perfil psicológico y humano del protagonista queda difuminado entre una serie de episodios que no guardan relación cronológica y cuya acción transcurre en ambientes y lugares tan alejados y distintos como los de Málaga, París, Londres o Madrid. El autor reconoce en el marqués de Salamanca una personalidad brillante movida por la ambición, aunque carente de escrúpulos a la hora de alcanzar fama, dinero o poder. Además le atribuye, sobre la base de murmuraciones malévolas, numerosas aventuras extramatrimoniales, supuestamente mantenidas con la reina Isabel II y con actrices que actuaban en sus empresas teatrales. Aunque se evitan los detalles escabrosos, la conducta de José de Salamanca está trazada de un modo más acorde con las actividades de un pícaro del Siglo de Oro que con la de un próspero hombre de empresa que logró alcanzar por méritos propios un puesto destacado en la sociedad de su tiempo.

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