HABITACIONES CERRADAS

Cuando Violeta decide convertir una mansión barcelonesa que ha recibido como herencia en un museo dedicado a su abuelo pintor encuentra entre sus muros el cadáver de una mujer. La investigación va descubriendo otros hallazgos sorprendentes que desvelan oscuros secretos en la historia de la familia Lax, una acaudalada saga catalana y de abolengo donde hay todo tipo de sucesos. El relato abarca desde finales del siglo XIX hasta el estallido de la república. La autora utiliza una estructura original en el planteamiento de la novela, estableciendo dos estilos narrativos: uno lineal en tercera persona y otro a base de cartas, reseñas de prensa, catálogos de arte, con los que logra gran agilidad. El libro está bien escrito con una prosa suelta, coloquial y vigorosa que ensambla con naturalidad los diálogos y las descripciones. Los personajes resultan correctamente definidos constituyendo prototipos del momento, algunos de ellos practican el espiritismo, mantienen relaciones sentimentales extramatrimoniales y adúlteras de las que hay apuntes eróticos, también de tipo lesbiano; el tono anticlerical que aletea en él deja deslizar comentarios críticos que ridiculizan a la Iglesia. Está muy lograda la recreación del ambiente que presta mucha atención a los detalles costumbristas, logrando un acertado retrato de la burguesía catalana, todo desde una mirada algo satírica acerca de los convencionalismos de la época. La intriga se maneja de forma aceptable aun no siendo el elemento esencial.

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