LA LISTA DE LOS NOMBRES OLVIDADOS

Hope tiene una pastelería en Cape Cod (Massachusetts, EEUU). Su abuela Rose, que tiene alzheimer, en su último momento de lucidez le entrega una lista de nombres para que busque en París a esas personas. Eso cambiará lo que Hope sabe sobre su abuela y sobre sí misma. Conocerá la historia de sus antepasados.
Estamos ante un melodrama en el que se usan buenos ingredientes, como señala su publicidad, pero que le vienen grandes porque se tratan con un dramatismo impostado, de forma sentimental, y con un sesgo romántico y consejos de autoayuda. La historia de Rose tiene que ver con el holocausto y con Auschwitz y también une las tres religiones monoteístas que se ayudan por encima de las guerras y persecuciones. No importa la religión, Dios es el mismo y el amor está por encima de todo. Hope está divorciada y es una mujer insegura, incapaz de dejarse ayudar y que no sabe comunicarse con su hija adolescente. El núcleo de la novela es su empeño en hacer todo por sí misma y no comprometerse con nuevos hombres, como sí hizo su propia madre, haciéndola sufrir. Se tratan temas complejos con cierta superficialidad, como si todo fuera cuestión de escuchar al corazón. Por supuesto, todos los que rodean a Hope son encantadores y le dan consejos similares: abre tu corazón al amor. Tanto almíbar tiene un final muy feliz y la historia de amor que nace en París, como no podía ser de otro modo en el colmo del tópico, concluye en la tierra de la libertad, Estados Unidos. Las recetas que salpican las páginas, como algo dulce en medio de las dificultades, redondean una novela tipo rosa y dulce.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa