EL IMPREVISTO CASO DEL CHICO EN LA PECERA

El imprevisto caso del chico en la pecera es la última obra de la escritora australiana Lisa Thompson editada en español por Cross Books. Mathew es un chico de doce años que padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Su temor a los gérmenes ha ido en aumento en las últimas semanas y apenas sale ya de su habitación, ni siquiera para ir al colegio. Desde su ventana observa el día a día de sus vecinos sin grandes novedades hasta que un día Teddy, el nieto del señor Charles, su vecino, desaparece sin dejar rastro. Al mismo tiempo que la policía trata de averiguar qué ha podido pasar, Mathew junto con Melody, una vecina aficionada a visitar el cementerio para coleccionar los recordatorios de los difuntos; y Jake, también vecino y compañero del colegio con el que no tiene una gran amistad en ese momento, iniciará una investigación por su cuenta y riesgo que les hará conocer más en profundidad las vidas de algunos de sus vecinos y provocar ingenuamente más de un malentendido. Las tareas de espionaje y el intercambio de emails entre los amigos para compartir las distintas informaciones que irán obteniendo avanzarán en paralelo con la terapia que los padres y una especialista proponen a Mathew para conocer las verdaderas razones de su enfermedad y tratar de buscar una solución.
Thompson plantea una historia de niños detectives al mismo tiempo que muestra el sufrimiento de alguien que padece un trastorno de tipo obsesivo. La historia comienza de verdad con la desaparición de Teddy porque es lo que provoca que personajes hasta entonces distanciados entre sí como ocurre con Melody, Jake y el propio protagonista dejen a un lado sus diferencias (que rayan a veces el abuso) para trabajar juntos con un mismo objetivo. De esta manera la historia pone énfasis en la necesidad que tienen las personas de relacionarse a pesar de que las circunstancias personales concretas no lo faciliten mucho. La felicidad compartida vale más. La autora deja claros también los esfuerzos que hacen los padres por tratar de que sus hijos sean felices y su desconcierto cuando son testigos directos de comportamientos que escapan inicialmente al razonamiento lógico. Por último como en las buenas historias de detectives el resultado sorprenderá al lector y en el proceso creará un aura de misterio sobre algunos de los vecinos como la vieja Nina con su vela encendida día y noche. Es una pena que en la traducción se hayan incorporado algunas expresiones vulgares y malsonantes que en la versión original no aparecenn, lo que hace que la obra no sea apropiada para el público infantil al que se destina.

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