MIL ESCALONES

Fantasía y misterio se unen en esta historia protagonizada por Marcos, niño de ocho años que vive en una ciudad donde existe un parque al que ninguna niñera lleva a los pequeños que tiene a su cargo, debido a que en él se elevaba un altísimo tobogán con fama de peligroso. A la suya, en cambio, le encanta frecuentar este lugar, a pesar de la voluntad expresa de la madre del niño, por ser muy tranquilo y solitario sin preocuparse por su fama un tanto siniestra. Un día, mientras la niñera, distraída, dibuja en su diario, algo a lo que es muy aficionada, el niño comienza a ascender por el tobogán sin que ella lo advierta. A medida que sube, en cada escalón encuentra distintos personajes con los que vive extrañas aventuras mientras la escalera cuyo fin queda oculto entre las nubes, se muestra como un camino sin retorno en donde es posible seguir hacia arriba pero no retroceder para bajar hasta que se llega a su final. La autora imagina una serie de situaciones con tono de pesadilla fantasmal, donde uno de los personajes centrales es la muerte quien parece relacionada con la niñera del protagonista, llamada con el significativo nombre de Tanatia. Descripciones macabras y elementos ambientales alucinados se suceden a lo largo de todo un desarrollo argumental obsesivo, que parece trazar una especie de alegoría de la vida humana concebida con un significado simbólico, ajeno a la capacidad de comprensión del público infantil. La idea de la muerte que se ofrece a lo largo de la acción es ajena a toda realidad espiritual y las ilustraciones acentúan el efecto terrorífico del texto sobre la imaginación del público al que van dirigido. La obra, bien escrita, ha quedado finalista del premio Barco de Vapor.

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