YO, ELVIS RIBOLDI Y EL RESTAURANTE CHINO

Segundo título de la serie protagonizada por un niño muy inquieto, hijo único, que parece obligado a mantenerse en permanente actividad. Sus mejores amigos son Boris, un niño pakistaní superdotado, muy bueno en informática, y Emma, una compañera de colegio dueña de un simpático perro. En esta novela, Elvis, Boris y Lagunilla, un niño petulante porque su padre es muy rico, se hacen amigos de un chico oriental, recién llegado a la ciudad, experto en artes marciales y cuya familia ha abierto un restaurante chino. Al principio el negocio va bien pero pronto empiezan a desaparecer perros y a correr rumores de que los cazan los dueños del restaurante para servirlos como carne de cerdo. Elvis y Boris se proponen averiguar la verdad y a base de investigar, descubren, en el pasado del padre de Lagunilla, hechos que pueden estar relacionados con el misterio de los perros desaparecidos, entre los que se cuenta el de Emma. La acción se basa en un soporte temático de intriga, aunque el argumento plantea también cuestiones relacionadas con los prejuicios xenófobos y con la amistad. Presentada como novela gráfica, se trata, en realidad, de un cómic al que se le han añadido algunos brevés pasajes narrativos intercalados entre las viñetas con “bocadillos” de diálogos y los textos en recuadro. El conjunto describe una historia divertida pero fuera de los límites de la narrativa literaria. La intención de fondo es condenar el rechazo a las minorías étnicas y defender el derecho de todo ser humano a encontrar su lugar en la sociedad. Esta afirmación se hace extensiva al hecho de que Emma tenga dos madres y ningún padre, situación que el padre de Lagunilla critica, debido, al parecer, a sus prejuicios y fobias injustificadas. Bajo el seudónimo Bono Bidari, se ocultan los nombres de Daniel Cabrera y Ramón Cerdá, antiguos guionistas de las series Barrio Sésamo y los Lunis con la aportación de Jaume Copóns y Òscar Julve en las ilustraciones.

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