Selección Literaria nº55 - page 7

“En un hospital la Iglesia
no está solo presente por
el capellán: también
actúa a través de los
fieles que, como médicos
o enfermeros, procuran
prestar un buen servicio
profesional y una delicada
atención humana a los
pacientes”
En 1946 se trasladó a Roma, pocos meses antes de
que fijara allí su residencia san Josemaría, con el
que convivió también en los años siguientes. El
Opus Dei recibió entonces las primeras aprobacio-
nes jurídicas de la Santa Sede. Para Álvaro del Porti-
llo empieza también una época decisiva en la que,
entre otras cosas, realizará —con su actividad inte-
lectual junto a san Josemaría y con su trabajo en la
Santa Sede— una honda reflexión sobre el papel y
la responsabilidad de los fieles laicos en la misión
de la Iglesia, a través del trabajo profesional y las
relaciones sociales y familiares.
Entre 1947 y 1950 empujó la expansión apostólica
del Opus Dei en Roma, Milán, Nápoles, Palermo y
otras ciudades italianas. Promovió actividades de
formación cristiana y atendió sacerdotalmente a
numerosas personas. De la huella que su labor ha
dejado en Italia hablan hoy las numerosas calles y
plazas que se le han dedicado en distintos núcleos
urbanos del país.
El 29 de junio de 1948, el fundador del Opus Dei
erigió en Roma el Collegio Romano della Santa
Croce, centro internacional de formación del que
Álvaro del Portillo fue primer rector y en el que
enseñó teología moral (1948-1953). En ese mismo
año (1948) obtuvo el doctorado en Derecho Canóni-
co en la Universidad Pontificia de Santo Tomás.
Durante sus años en Roma, los papas, desde Pío XII
hasta Juan Pablo II, lo llamaron a desempeñar
numerosos encargos, como miembro o consultor
de 13 organismos de la Santa Sede. Participó activa-
mente en el Concilio Vaticano II. Juan XXIII lo nombró
consultor de la Sagrada Congregación del Concilio
(1959-66). En las etapas previas al Vaticano II, fue
presidente de la Comisión para el Laicado. Ya en el
curso del Concilio (1962-65) fue secretario de la
Comisión sobre la Disciplina del Clero y del Pueblo
Cristiano.
Terminado este evento eclesial, Pablo VI lo nombró
consultor de la Comisión postconciliar sobre los
Obispos y el Régimen de las Diócesis (1966). Fue
también, durante muchos años, consultor de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Con-
gregación del Clero, de la Congregación de las
Causas de los Santos y del Pontificio Consejo para
las Comunicaciones Sociales.
La vida de Álvaro del Portillo está estrechamente
unida a la del fundador. Permaneció siempre a su
lado hasta el mismo momento de su muerte, el 26
de junio de 1975, colaborando con san Josemaría
en las tareas de evangelización y de gobierno
pastoral. Lo acompañó en sus numerosos viajes a
países de Europa y de América para disponer y
orientar los diversos apostolados del Opus Dei. “Al
advertir su presencia amable y discreta al lado de la
dinámica figura de Mons. Escrivá, me venía al pen-
samiento la modestia de san José”, escribirá a su
muerte un agustino irlandés, el Padre John
O'Connor.
El 15 de septiembre de 1975, en el congreso gene-
ral convocado tras el fallecimiento del fundador, el
venerable Álvaro del Portillo fue elegido para suce-
ÁLVARO DEL PORTILLO
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