ME LLAMO LUCY BARTON

Me llamo Lucy Barton, novela psicológica cuya protagonista recuerda la época en que, varias décadas atrás, estuvo algo más de dos meses ingresada en un hospital de Nueva York, ciudad donde habitualmente reside. Nacida en un pueblo de Illinois, en una familia pobre, tanto en bienes materiales como en afecto, su infancia, como la de su hermana y su hermano, transcurre llena de dificultades. El matrimonio supuso para ella una notable ascensión social pero también un alejamiento de sus padres, disconformes con la elección de marido. Durante su estancia en el hospital, periodo en que se ambienta la acción, su madre permaneció junto a ella varios días, lo que hizo que reanudaran, al menos temporalmente, su relación y recordaran su pasado común. Elizabeth Strout (Portland, Maine, 1956) narra en primera persona la historia de Lucy Barton, que representa la de tantas mujeres que, cómo ella, no terminan de entender el mundo en el que viven ni el sentido de su propia vida. La incapacidad para comunicarse y sobre todo para manifestar afecto, la falta de cultura y un profundo individualismo, dominan el entorno social donde se desarrolla el argumento. Superada la carencia de medios económicos, la protagonista logra fundar una familia propia, casada con un hombre trabajador y atento, tener dos hijas y mantener relaciones de amistad con diversas personas, aunque, pese a todo, su estado anímico sigue siendo inquieto e inseguro. Elizabeth Strout logra transmitir de modo novelísticamente hábil el inestable mundo interior de la protagonista, gracias a la sobriedad de un estilo realista sin adornos y una casi total ausencia de descripciones ambientales. Esta deliberada escasez de recursos narrativos, acentúa de modo muy expresivo el desconcierto existencial de alguien que no consigue recuperar la relación filial con su madre y acaba por dejar a su marido, sin que se expliquen los motivos de la ruptura ni nada relativo a su segundo matrimonio. La obra se lee con facilidad por su acertada elaboración formal, pero la manifiesta levedad del contenido de fondo, reducido a unos esquemas pragmáticos de supervivencia, sin fundamentos sólidos de principios, puede provocar cierto desinterés en un lector que busque en la trama horizontes espirituales más amplios.

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