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El argumento, sólido y bien desarrollado, con mucho
realismo y bastante humor, transcurre con una aparente
calma provinciana bajo la cual late la angustiosa tensión
que sufre la protagonista durante todo un año de incer-
tidumbre. El estilo es brillante, ingenioso, ágil y conciso,
ligero a veces, de un dramatismo sencillo y agudo otras.
La librería es un ámbito novelístico dotado de una
atmósfera sugestiva, los personajes son dignos de ella y
la trama está sabiamente construida en torno a la idea
de que hay que ser muy especial para atreverse a abrir la
primera librería en una ruinosa casa de un pueblo
pequeño. La traducción de Ana Bustelo, de buena
calidad, aumenta el interés de esta obra, donde los
amantes de los libros luchan en condiciones desiguales
con quienes se sirven de ellos o los ignoran, según les
convenga.
En una librería es donde nace la rata protagonista de
Firmin
, entre las páginas de un título de James Joyce. La
madre y las demás crías abandonan el local pero el
protagonista se queda a vivir en él, y de comer pasta de
papel pasa a devorarla como lector. Tras adquirir una
vasta cultura, el dueño de la tienda se percata de su
presencia y trata de eliminarlo, por lo que se esconde en
el piso de arriba, donde vive un escritor fracasado.
El protagonista, que de lector pasa a ser cronista de su
propia vida, define ésta como "el relato más triste que
nunca he oído", en frase que toma prestada de Ford
Madox Ford. Se inicia con su nacimiento el 9 de noviem-
bre de 1960 y se detiene más o menos un año después.
Firmin narra su bibliobulimia, sus correrías por el barrio,
sus reflexiones, desventuras, aspiraciones y añoranzas,
muy humanas pero limitadas por el hecho de pertene-
cer a otra especie. La obra, marcada por su carácter
metaliterario, es ingeniosa, original y está teñida de
humor y de melancolía. El personaje central, hambriento
de comida, de cultura y de afecto, se consuela y se satis-
face de estas carencias entre libros. Su figura, tierna y
entrañable, es un homenaje a la lectura que también
pone de manifiesto el escaso rendimiento económico
que el mundo de los libros produce a quien trata de vivir
de él y en él. El estilo indirecto y las continuas referencias
a títulos y autores de todas épocas y países exigen una
lectura atenta y amplios conocimientos literarios para
captar el sentido de esta sentida narración, a pesar de
que Firmin se expresa en términos claros y escuetos. En
SL
REPORTAJE
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TROA
definitiva, esta fábula, interesante y tan bien escrita por
Sam Savage
, gustará al público que siente pasión por
los libros.
También una biblioteca y su bibliotecaria son los prota-
gonistas de
Signatura 400
una breve novela en forma
de monólogo. Una mujer solitaria, que abandonó las
oposiciones por un hombre que le defraudó, de mentali-
dad liberal y feminista, apasionada de los libros, piensa
que la cultura no debe ser un placer sino un esfuerzo. Al
encontrarse a un lector que ha dormido en el sótano se
dirige a él en un monólogo ininterrumpido en el que le
va contando retazos de su vida en tono coloquial y
cercano, con un estilo de frases cortas e impresionistas.
En el transcurso de la narración, además de referencias a
títulos y autores, hay reflexiones en las que manifiesta
sus preferencias y sus fobias: ama a Maupassant pero
detesta a Balzac, y también una breve historia de un
amor fallido así como la voz de una vida solitaria, bien
contada y original. La autora, la francesa
Sophie Devry
,
ha convertido su primera novela en un homenaje a la
literatura y a los libros.
“Cortázar y los libros” es un retrato del
Cortázar lector y un homenaje
a las bibliotecas personales
En
Cortázar y los libros
el periodista y escritor
Jesús
Marchamalo
nos regala una obra para bibliófilos y para
admiradores de Cortázar. Es un libro íntimo y lleno de
curiosidades en torno a la biblioteca que el escritor donó
a la Fundación Juan March. En la obra aparecen el orden
de colocación de los libros, las dedicatorias, señales y
subrayados, las esquinas dobladas o apostillas y comen-
tarios ilustrativos, hojas de calendario o recortes de
periódico, cartas a otros escritores, elogios y críticas, con
algún toque de humor. Se conoce quienes eran sus
preferencias literarias: Octavio Paz, Cernuda, Pablo
Neruda y Carlos Fuentes cuyos libros ocupaban un lugar
privilegiado en su biblioteca. Se aportan datos curiosos
o pintorescos sobre su temprana edad de empezar a leer
y escribir o su manía, junto con su mujer, de comprar
libros de ediciones baratas en los viajes. Es un retrato del
Cortázar lector y un homenaje a las bibliotecas persona-
les. Enriquecen la obra algunas reproducciones de
textos manuscritos o dedicatorias.