na y aprendizaje. Insistía en que la primera manera era
        
        
          superior a la segunda. Eso es porque el aprendizaje
        
        
          realmente sostenible ocurre cuando el que aprende lo
        
        
          hace suyo. Sin embargo, de eso no podemos concluir que
        
        
          el niñomanda. Especialmente cuando es muy pequeño, el
        
        
          niño no sabe lo que le conviene, por lo tanto su opinión al
        
        
          respecto es irrelevante.
        
        
          Manda su naturaleza. Y las personas con mayor sensibili-
        
        
          dad para percibir y respetar las necesidades del niño en
        
        
          cada momento sabiendo lo que pide su naturaleza son
        
        
          sus padres. Y por ese motivo, en un centro educativo, los
        
        
          primeros que deberían mandar son los padres, en segun-
        
        
          do lugar los educadores y en tercer lugar los niños. Pero
        
        
          los criterios de toma de decisión de los adultos deberían
        
        
          girar alrededor de lo que pide la naturaleza del niño, no de
        
        
          la comodidad, de imperativos de rentabilidad, o de ganas
        
        
          de lucir al niño o de convertirle en un objeto de marketing
        
        
          para el centro.
        
        
          
            SL: Hablando de eso, el niño se ha convertido en
          
        
        
          
            un símbolo de estatus entre los famosos. De ser un
          
        
        
          
            regalo pasa a ser un trofeo, un objeto de exhibición y así
          
        
        
          
            acaba por convertirse en un tirano. En este contexto
          
        
        
          
            social, ¿cómo pueden los padres y los educadores poner
          
        
        
          
            límites a los niños y a la vez fomentar su autoestima y
          
        
        
          
            hacerles sentir que valen la pena?
          
        
        
          C.E.: El consumismo es la forma más directa y letal de
        
        
          matar el asombro de un niño, porque con ello el niño da
        
        
          todo por supuesto y piensa que las cosas y las personas
        
        
          deben comportarse como él quiere. Los límites son
        
        
          imprescindibles en la educación. Demasiadas veces se
        
        
          cede en los límites, en función de lo que hacen otras fami-
        
        
          lias, para que el niño
        
        
          
            “no se sientamarcado con respecto a
          
        
        
          SL
        
        
          ENTREVISTA
        
        
          42
        
        
          TROA
        
        
          
            sus amigos”.
          
        
        
          Pienso que esa forma de educar es muy
        
        
          peligrosa. Hemos de preguntarnos lo que conviene a
        
        
          nuestros hijos partiendo de la verdad de su naturaleza,
        
        
          ponerles límites en función de ello y no ceder. La canción
        
        
          
            “los demás niños lo tienen”
          
        
        
          es absurda. ¿Ese es un criterio
        
        
          que nos da credibilidad como padres? La autoestima no es
        
        
          función de lo que tiene uno, y tampoco es manifestación
        
        
          de autoestima querer hacer siempre lo que los demás,
        
        
          todo lo contrario.
        
        
          
            “Sin el asombro, el hombre caería en la
          
        
        
          
            repetitividad y, poco a poco, sería incapaz
          
        
        
          
            de vivir una existencia verdaderamente
          
        
        
          
            personal.”
          
        
        
          Un niño fuerte, con personalidad, líder, es un niño cuya
        
        
          autoestima está basada en un vínculo de confianza de
        
        
          calidad con sus familiares. Ese niño ha crecido en una fami-
        
        
          lia que tiene un proyecto, unos criterios propios, sabe
        
        
          escoger lo excelente, lo bello. Los americanos hablan del
        
        
          efecto desplazamiento. Mientras un niño está haciendo
        
        
          actividades que no le aportan nada, está perdiéndose
        
        
          otras que aportan mucho más a su desarrollo personal,
        
        
          como por ejemplo leer un buen libro, invertir en amistades
        
        
          verdaderas, pasar tiempo en la naturaleza, con sus padres,
        
        
          etc. No hemos de plantear los límites como algo negativo,
        
        
          sino como oportunidades. Dar al niño todo lo que pide, es
        
        
          muchas veces para compensar un vacío en el hogar.
        
        
          
            SL: ¿Cree que es viable respetar el ritmo lento de
          
        
        
          
            actuar de los niños por parte de adultos apremiados por
          
        
        
          
            prisas frenéticas?
          
        
        
          C.E.: Pienso que se pueden hacer cosas para reducir el nivel
        
        
          de estrés y las prisas, empezando por levantarse quince
        
        
          minutos antes por ejemplo, o quitando actividades de la
        
        
          agenda que son prescindibles.
        
        
          
            ¡Nuestros hijos parecen
          
        
        
          
            pequeños ejecutivos estresados!
          
        
        
          También es verdad que
        
        
          hay momentos de prisas inherentes a la vida, situaciones
        
        
          que no podremos cambiar. Entonces hemos de cambiar la
        
        
          actitud con la que vivimos esas prisas. Vivirlo con sentido
        
        
          del humor, tener interioridad para dar sentido a lo que
        
        
          ocurre. La vida no es una película, es algo que vivimos en
        
        
          primera persona.
        
        
          
            ¿Se puede estar asombrado, contempla-
          
        
        
          
            tivo en el medio de un mundo ajetreado, frenético?
          
        
        
          No
        
        
          solo se puede, sino que se debe.
        
        
          
            Juan Pablo II decía: “Sin el
          
        
        
          
            asombro, el hombre caería en la repetitividad y, poco a
          
        
        
          
            poco, sería incapaz de vivir una existencia verdaderamente
          
        
        
          
            personal.”