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sería que intentáramos combinar la

lectura digital que permite buscar, enlazar

y saltar de un texto a otro con la lectura

inmersiva e intensiva, esa que necesita el

papel porque, de hecho, “nuestro cerebro

lo prefiere”.

¿Qué pasa con el libro?

Antonio María Avila

califica la oferta

editorial española como culturalmente

plural y bibliodiversificada. Hay editoriales

grandes, concentradas en Madrid y

Barcelona, pero también editoriales

pequeñas, presentes en casi cualquier

punto de España. La edición española es

plurilingüística, mayoritariamente en

español (84,7% frente al 10% en catalán) y

con un 16,2% del total de traducciones

(siendo el inglés la lengua fuente más

importante).

Son quizás los puntos de venta de los

libros y de las publicaciones periódicas

(tradicionalmente librerías y quioscos), los

que han sufrido los cambios más importan-

tes en las últimas décadas. Según el Mapa

de librerías, ha habido una disminución

progresiva del espacio físico dedicado a la

venta de libros y demás publicaciones.

Muchas pequeñas librerías han desapareci-

do, mientras que las grandes cadenas

perdieron un 19,4% de la facturación en

libros en los últimos cinco años. Tampoco a

los supermercados les ha ido mejor (33,4%

de pérdidas), mientras que los quioscos han

perdido el 44,6% en los últimos seis años.

Se observa rápidamente una paradoja,

como bien lo señala

José Manuel Anta

:

mientras las opciones de editar aumentan

sin parar, el canal de comercialización

tradicional (librerías y quioscos) se

estrecha. En este contexto, muchos libreros

se han visto en la disyunctiva de “renovarse

o morir”.

Cuentacuentos, conferencias,

talleres de animación de la lectura,

publicación de catálogos, presentaciones

de libros, conferencias, clubes de lectura –

cada vez más numerosos en España - y un

sinfín más de actividades jalonan el día a

día de una librería

que lucha por sobrevi-

vir. Hay cada vez más librerías híbridas,

diseñadas como nuevos espacios de

convivencia.

Mientras que las librerías y los

quioscos penan por sobrevivir, las bibliote-

cas públicas y escolares han experimentado

un auge considerable en las últimas

décadas (sobre todo entre 1990 y 2010),

aunque también han sufrido las consecuen-

cias de la última crisis económica. Un 47%

de la población española está inscrito en

una biblioteca. Ultimamente la asistencia

ha decrecido, mientras han aumentado las

entradas virtuales.

La lectura y el libro no mueren, se

transforman

El interés por el libro y la lectura se

despierta en las familias y en la escuela.

Fernando Trujillo

analiza el peso de la

actividad lectora en las distintas leyes

educativas (LOE, LOMCE) y los resultados,

más bien mediocres, de los escolares

españoles en los informes PISA.

Según

Luis González

, hay diferencias

importantes en los hábitos lectores de la

población española. Los universitarios leen

más que las personas con menos estudios,

los jubilados leen menos que los ocupados,

las mujeres leen más que los hombres, se

lee más en las ciudades y municipios

grandes, hay diferencias entre comunida-

des autónomas (la Comunidad de Madrid

es la que tiene más lectores, Extremadura

la que menos, a veinte puntos de distancia).

La lectura es, generalmente, signo de

mayor actividad cultural. El lector frecuente

es también más dinámico culturalmente

hablando, va más al cine, al teatro, acude

más a museos, exposiciones y conciertos.

El soporte impreso, imbatible para buena

parte de las necesidades lectoras, se ha

complementado con el soporte digital.

En

términos generales, los lectores actuales

alternan el soporte impreso y el digital en

función de la finalidad de la lectura: leen los

periódicos y los informes profesionales on

line, pero se duermen con un libro en la

mano. Los e-readers, las tabletas (de los

que España es líder mundial en consumo) y

los móviles de nueva generación han

permitido la colonización de espacios y

tiempos nuevos por parte de la lectura: los

transportes públicos, las esperas en los

consultorios médicos, las pausas en el

trabajo, incluso las comidas en soledad.

Esos mismos nuevos lectores, aunque

compren libros on line, salen en busca del

contacto físico con el libro, complementa-

do, si es posible, con otras experiencias

culturales. Hoy día, cuando se acude a una

librería, se va de paso a ver una exposición,

se toma una copa o un café con unos

amigos, se visita un nuevo centro cultural,

se cena en el restaurante de un museo. En

este sentido, el libro y las librerías deben

integrarse en una oferta cultural más

amplia, sin miedo a perder sus peculiarida-

des y su estatus.

Definitivamente no, el libro y la

lectura no mueren, pero no estaría mal

que los españoles pusiéramos más

empeño y más pasión en ellos.

La lectura en España. Informe 2017. José Antonio Millán (coordinador).

Federación de gremios de editores de España.

«Muchos libreros se

han visto en la

disyunctiva de

“renovarse o morir”.

Cuentacuentos,

conferencias, talle-

res de animación de

la lectura... un sinfín

de actividades

jalonan el día a día

de una librería.»

INFORME DE LA LECTURA

SL

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TROA