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TROA

41

Cuba,

de colonia

a república

Pablo Hispán

Historiador y profesor de la Universidad CEU San Pablo.

C

uba vive hoy una encrucijada

donde lo antiguo comienza a morir

pero lo nuevo no acaba de nacer. El

fallecimiento de

Fidel Castro

plantea

muchos interrogantes, algunos de

difícil respuesta. Por ejemplo, ¿qué

papel debe jugar la Iglesia católica en

los tiempos que se avecinan?

También hace un siglo la Isla se

enfrentó a una crisis profunda.

Entonces derivada de la ocupación

militar de los Estados Unidos después

de su victoria contra España. El

Tratado de París de diciembre de 1898

legalizó el protectorado norteamerica-

no en Cuba, y determinó el traspaso

de la soberanía. Los estadounidenses

asumieron el control político y

económico, y comenzaron a establecer

las bases de la futura república. La

intervención duró tres años y medio,

entre 1899 y 1902, convirtiéndose en

una etapa clave de su historia. Tiempo

de intensos debates constitucionales,

de nuevos tratados comerciales y de la

pugna entre masones y católicos por

alcanzar la hegemonía social.

El interés historiográfico

termina, en España con la derrota de

1898, en los Estados Unidos porque

muestra con crudeza su ambición

geopolítica y cuestiona el discurso

acerca de la extensión de la democra-

cia, y, por último, en Cuba porque el

nacionalismo —ya fuera liberal o

ahora comunista— quiere borrar la

influencia norteamericana en la

creación de una identidad nacional.

En 1899, una parte del indepen-

dentismo pensaba que la Iglesia

católica no debía participar en la

construcción nacional, ya que había

sido una extensión del poder colonial

español. Otros, sin embargo, querían

que Cuba se convirtiera en una

república de hombres libres e iguales

donde negros y blancos, ricos y

pobres, creyentes o escépticos

disfrutaran de los mismos derechos.

Durante la intervención norteamerica-

na, la Iglesia trabajó con intensidad

para convertirse —algún día— en una

institución aceptada por todos. En

parte gracias a su función educadora

de las élites conservadoras, en parte

por representar un factor de estabili-

dad. Ahora bien, ¿qué papel desempe-

ñaría en una sociedad multirracial y

con una fuerte inmigración española?

¿Influiría la Iglesia católica en la nueva

clase dirigente? ¿Acabaría instrumen-

talizada por los políticos? ¿Se dejaría

instrumentalizar?

Desde el punto de vista político,

a principios del siglo XX Cuba se

convirtió en un laboratorio donde

Washington ensayó tanto la anexión

como la independencia. De lo que

ocurriera en la Isla surgirían modelos

políticos para sus nuevas colonias

(Puerto Rico, Guam y Filipinas). Es

decir, los norteamericanos probaron

su imperialismo en las últimas

posesiones españolas, anticipando su

actuación en el resto del continente.

Esta era la gran preocupación del

Papa León XIII

: ¿respetarían los

Estados Unidos el catolicismo del

continente americano? ¿Invadiría más

países? Su agresiva expansión,

justificada en la superioridad racial y

en su destino como pueblo respondía

también a la necesidad de alimentar

una economía que se desarrollaba a

toda velocidad, y que necesitaba

controlar el mercado mundial del

azúcar.

En 1902, los cubanos afronta-

ron el reto de construir una república

independiente «con todos y para el

bien de todos», según palabras de

José Martí

. Para entonces, tres jefes

militares de España y de los Estados

Unidos habían gobernado el país,

cuatro obispos habían ocupado las

dos sedes episcopales y una docena

de iglesias protestantes se habían

establecido en la Isla. La religión y la

política cruzaban sus caminos

sentando las bases de una relación

que, aún hoy, influye decisivamente

en el futuro de Cuba.

Decía

Teilhard de Chardin

que

el pasado revelaba la estructura del

futuro. Si es cierto, este libro puede

ayudarnos a entender los tiempos

que se acercan en esta sufrida isla

antillana.

«En 1902, los

cubanos afron-

taron el reto

de construir

una república

independiente

“con todos y

para el bien de

todos”, según

palabras de

José Martí.»

SL

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