Revista SL 67 OK

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¡Ya está aquí nuestro V Premio “Libros con Valores”! La elección
unánime del jurado ha recaído en la novela Se llamaba Carolina de José
Jiménez Lozano, publicada por la editorial Encuentro. Lo bueno de añadir una
modesta línea a la larga lista de premios y reconocimientos que ha recibido ya
D. José (Premio Nacional de las Letras españolas, 1992 y Premio Cervantes,
2002, por mentar los más importantes), es que la editorial sale sola, no hay
más que acudir a las bellas palabras del maestro .
Nuestro galardonado es un “escribidor” (como le gusta decir), metido en
“la responsabilidad de la lengua para nombrar al mundo”. Utiliza un “lengua-
je verdadero, para expresar el interior del ánima y el poder del pensamiento”,
para escribir “cosas que realmente son inexcusables para nuestra hominiza-
ción y humanización”. Pero, más importante que su estilo es su gramática,
que toca “la gloria y la llaga de la naturaleza”. Jiménez Lozano, como los
grandes clásicos de todos los tiempos y lares, presta “mucha atención y tiene
mucha misericordia con los hombres, y desarma con su ironía el nudo gordia-
no de las paradojas del vivir, sus insolubles enigmas, aceptándolas como se
están y son”. Alimentándose de la memoria y de la escucha, hace revivir
delante del lector “personas y lugares que han herido su alma, para que la de
quienes le lean quede lacerada por las palabras, y dé un vuelco”. En un tiempo
como el nuestro, que “no quiere saber nada de historia, ni de historias de
hombre”, Jiménez Lozano “se asoma a pozos y a abismos” con “armonía y
dulzura”, para tratar de comprender “todos los anhelos del vivir desviviéndo-
se”. La tarea del novelista, explica en otra ocasión el maestro, es “el mundo de
las pasiones”; no necesariamente pasiones reales que él haya vivido o presen-
ciado, implantadas en la geografía “directa o indirecta” de su tierra castella-
na, sino fruto de su “experiencia humana en lo hondo” y producto del “ámbito
más profundo de la libertad y de la gratuidad”.
Con Se llamaba Carolina en la maleta de vacaciones, tendrán los lectores
la seguridad de contar con una lectura hermosa, admirable, capaz todavía de
“maravillarlos”, mientras reposen con los “pies en el jardín de casa”, en la
arena de la playa o en la sombra de los pinos, seguros de que tocarán “con un
dedo en las esferas del cielo”.
La Fundación TROA les desea un ¡buen verano!
Editorial
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