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A FONDO

SL

TROA

29

Sin embargo, hay canciones

alegres, hay literatura esperanzada. ¿Es un

espejismo, creador de falsas ilusiones? En

realidad, lo es más bien encerrarse en un

ambiente de desesperación, dejarse rodear

de solo eso. Y lo es porque hay gente ale-

gre, y hay gente con esperanza. La litera-

tura francesa tiende a llamar “realismo”

a la narrativa que se pasea por las alcan-

tarillas de la sociedad. Pero tan real es la

calle como la alcantarilla. Solo que muchas

veces quien vive en la alcantarilla no quiere

asomarse a la calle, pues ante el contras-

te va a ser inevitable preguntarse qué he

hecho mal para vivir aquí y no allá. Quizás

nada, pero en ese caso hay que armarse de

valor para salir de donde se está e intentar

abrirse paso por la calle. Es más cómodo

sumirse en el fatalismo. Es más cómodo,

pero es triste.

Compartir las penas puede

amortiguar la tristeza, pero es evidente

que no la quita. Y sin embargo es el recurso

elegido por muchas personas. Ha ocurrido

siempre, pero en la actualidad Internet lo

ha potenciado mucho, con foros de perso-

nas solitarias que comparten sus tristezas,

y donde una persona con optimismo y

satisfecha de la vida pronto se sentiría y

sería percibida por los demás como un ex-

traño, alguien fuera de sitio. Parece como

si su sola existencia abriera unas heridas

dolorosas, que por otra parte parecen em-

peñados en no querer cerrar. Si se trata de

un público lector, resulta bastante claro el

tipo de literatura al que se ven inclinados.

Salir de ese cascarrón, de ese

mundo triste y cerrado que se autoalimen-

ta, no resulta fácil. Pero se puede. La clave

está en querer salir de ahí, y buscar a quie-

nes hasta ese momento no se ha querido

reconocer. También, al gran ausente de

todos estos círculos de la tristeza desespe-

ranzada: Dios, que es la fuente última de

la esperanza. Las canciones tristes dicen

tanto…; sí, pero no lo dicen todo.