EL LADRÓN DE NIEBLA

Lavinia Petti es una joven escritora napolitana que con esta su primera novela, El ladrón de niebla, ha demostrado poseer una sorprendente imaginación.
Antonio María Fonte arrastra desde que tiene uso de razón la parte femenina de su nombre que siempre le ha traído problemas y le ha puesto a las puertas del fracaso. Con una infancia poco feliz y un matrimonio frustrado, el ser ahora un escritor de éxito no significa nada para él. Apartado de todo, su única relación social la mantiene con su agente literario y una gata tuerta. Próximo a publicar su último libro, una carta olvidada escrita por él mismo, y oculta quince años atrás tras el retrato de una mujer, rompe su anodina rutina. En esa carta Antonio descubre que podría ser un asesino y que amaba a la mujer del retrato de la que no se acuerda en absoluto. La inquietud ante tamaño descubrimiento le llevará a vagar por las calles de Nápoles en busca de Tirnail, el reino donde van los recuerdos, objetos e incluso la gente perdida y olvidada por el resto del mundo. Es en ese lugar mágico donde el protagonista debe descubrir qué ocurrió en su pasado, cruzándose una y otra vez con personajes, recuerdos y lugares que podrían ser reales o no.
La autora crea un mundo onírico centrado en la búsqueda de la propia identidad, de los recuerdos y las emociones.
Sueños y realidad se entremezclan constantemente fruto de una vida frustrada. El deseo de buscar las ilusiones y los amores perdidos no lleva necesariamente a la paz interior. Las tinieblas siempre al acecho dejan poco espacio para la esperanza. La narración está repleta de fantasía. Se hace necesaria una lectura sin prisas para no perder el hilo de la trama a la que acompañan numerosos giros. El final queda poco definido y es posiblemente lo más débil de la novela.

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