A CIEGAS

Josh Malerman describe la extraña y maléfica plaga que asola a los habitantes de la tierra constituye el eje argumental de esta novela de terror. Hombres, mujeres y niños enloquecen, afectados por una súbita violencia que les impulsa al asesinato de las personas que les rodean y después al propio e inmediato suicidio.
El pánico se apodera de las vidas de los personajes que vagan por las calles hasta caer víctimas de una maldición de origen desconocido. La hipótesis más extendida se refiere a la influencia de unas criaturas ocultas en la naturaleza que a través de los ojos se introducen en el cerebro y despiertan instintos criminales y deseos autodestructivos en los seres humanos. La única defensa eficaz consiste refugiarse en el interior de las casas, cubrir las ventanas con visillos o mantas y salir al exterior protegidos por vendas tupidas y bastones de ciego. Malorie, joven madre de dos hijos pequeños, decide abandonar el refugio donde viven en solitario para ir al encuentro de una colonia formada por varios cientos de personas refugiadas bajo cristales opacos en el interior de una granja invernadero. El traslado se llevará a cabo en un bote que, a favor de la corriente, conducirá a los viajeros, cubiertos los ojos, hasta una represa donde serán recogidos por los habitantes de la colonia. El recorrido, apenas de unos kilómetros, se hace eterno para los fugitivos ante el ataque de lobos y perros salvajes frenados por la vegetación de los márgenes, privados de la visión y solo guiados por los sonidos exteriores. En esta su primera novela, el artista de rock Josh Malerman logra transmitir, con estilo realista, el clima de alucinación y ansiedad que se apodera de los personajes y los conduce a la locura y la muerte. Pese al heroísmo de la madre que lucha con valor en defensa de sus hijos, predomina a lo largo de la trama el sentido fatalista, depresivo y pesimista de una humanidad que vive al margen de la trascendencia.

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