ABEJAS SIN FÁBULA

Estamos ante un libro relevante, escrito por un pensador hondo y reflexivo, pese a que no es muy conocido. El objetivo del autor es hacer un análisis antropológico del capitalismo, teniendo en cuenta que este no es solo un sistema económico, sino un modo de vida, una cultura, una manera de estar en el mundo. Hay en el ensayo -magníficamente escrito, culto, delicado- una denuncia, pero también una llamada a la reflexión. Díez parte de que vivimos en un contexto cultural basado en la complacencia. Y la antropología y el sistema político nos dibujan como seres humanitarios, fraternos, buenos, modélicos votantes, consumidores responsables. Frente a esta visión humana tan idílica, lo que le interesa a nuestro autor es explotar la otra cara de la moneda: ¿no estaremos viviendo bajo una ficción? ¿no será que, en realidad, nuestra forma de vernos está idealizada?

A nadie se le oculta que el título del libro hace referencia a la conocida fábula de las abejas de Mandeville, un ilustrado que señala que, en realidad, la sociedad se basa en el vicio y la concupiscencia. De lo que se dio cuenta Mandeville -y en ello le sigue Díez- es de que lo que se denomina turbocapitalismo no es inocente. El recorrido del libro es asombroso: de las pasiones del alma hasta la cultura contemporánea, todo con el propósito de descubrir que el buenismo contemporáneo se basa en una subjetividad muy poco bondadosa.

La lectura del ensayo no es fácil. Pero la verdad es que, como los buenos libros, hace pensar. Hay muchas referencias y muchas ideas aprovechables; como la auténtica filosofía, lo más aprovechable de la lectura es que abre caminos para que el lector continúe la reflexión. Puede que sea demasiado crítico, pero para el defensor del capitalismo es bueno precisar que lo que Díez quiere es diseccionar la estructura antropológica de fondo.

TROA