AGENDA 21

Agenda 21 narra una distopía. En un futuro lejano Emmeline, una chica es emparejada por los agentes de la República para que se reproduzca. Su madre le ha contado pocas cosas de la vida antes de que les realojasen en unos lugares llenos de leyes donde no se pueden tener libros ni papel, sólo se produce energía, y todos reciben únicamente el alimento y el agua indispensables. Los vigilantes se llevan a la hija de Emmeline sin que ella pueda verla tan siquiera ya que la República controla absolutamente todo, pero no consigue que la gente se reproduzca. La recreación de la ciudad de Emmeline tiene aires marxistas: todo en común, control total, niños separados de sus padres, igualitarismo, recompensas a los que delatan y denuncian. Y una organización que también recuerda a los campos de concentración nazis.
El relato de la vida de la protagonista es contenido y sencillo: procura acercarnos a los sentimientos, pero de modo objetivo, sin caer en el exceso. Se centra de todas formas en las emociones y en lo que sienten los protagonistas a la par que narra hechos escuetos. Las descripciones son mínimas y resaltan la austeridad en la que viven estas personas, en un entorno de falta de libertad. En el epílogo el autor avisa de que esta ficción podría convertirse en realidad porque algunos planes de la Agenda 21 están en marcha. Puede interpretarse lo que dice como algo catastrofista, pues la limitación de la gasolina –uno de los objetivos que señala la Agenda- no es algo que parezca posible, ni rentable económicamente, tampoco la reducción de las emisiones de carbono se está controlando férreamente.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa