AGUARDIENTE

El escritor sueco Torgny Lindgren (1938-2017) es desde 1991 miembro de la Academia sueca. Comenzó a publicar libros de poemas en 1965. Después sus escritos plasman sus preocupaciones políticas, como por ejemplo: ¿Cómo sería si uno fuera Olof Palme? Más adelante sus obras tratan de temas bíblicos, como Betsabé (1984), sobre la historia de la mujer de Urías. Otras de sus narraciones plantean temas existenciales, como Miel de abejorro (1995), sobre la historia de dos hermanos y en la que aborda el despojo del cuerpo que supone la muerte.
Aguardiente cuenta el regreso del pastor Olof Helmersson, con 84 años, a Ayabäck, el pueblo que había dejado años atrás. Comienza con una historia sencilla, que relata con cierta parsimonia y que adentra al lector en el ambiente rústico de la Suecia rural. Pero sobre esa historia subyace el desencanto vital y la pérdida de la fe del pastor protestante Helmersson, que cuando era joven había convertido a muchos de sus vecinos. A su vuelta solo encuentra a la anciana Gerda quien espera que antes de morir responda a sus preguntas. Lindgren, como en otras de sus obras, introduce en el relato múltiples simbolismos y escenas de una religiosidad enrarecida que oscurecen el relato. También el aguardiente que da nombre a la novela es simbólico: un licor que con su aspereza limpia a los hombres de sus pecados.
Aguardiente es un relato duro, en ocasiones descarnado. Bien escrito, con una prosa natural, ceñida a los olores, colores y ambientes que recrea. Retrata con fiel realismo el paisaje sueco, su luz tamizada, el colorido de las casas y de los enseres. Refleja también el modo de vivir de las familias de las zonas rurales del país. Un relato costumbrista que no desdeña la vertiente psicológica de cada personaje. Describe su ceño o su sonrisa, sus gestos, su apariencia y su modo de reaccionar a veces con ira o violencia. La narración recoge la belleza de esas tierras y la fuerza de sus habitantes. Pero también está teñida de una cierta frialdad nórdica, común en los autores escandinavos.

Carmen Juste