ALMA MAHLER

La altura artística de Alma Mahler no le iba a la zaga a la del esposo al que unión su nombre, Gustav. Como él, ella también fue compositora, pero sobre todo hay que caracterizarla como una mujer libre, pasional, volcánica. Su vida estuvo vinculada casi por su propia naturaleza con el arte. Además del matrimonio con Mahler, de sus escarceos con Klimt y de numerosos romances, se casó más tarde con Walter Gropius, el fundador de la Bauhaus, y con el novelista Franz Werfel.
Con esto bastaría para entender que una biografía de esta mujer inquieta y sentimental ha de tener las mismas costuras que puede poseer una novela. Pero es que, además, su extensa existencia la convierten en un testigo privilegiado del arte europeo y americano y en una de los personajes más trascendentales e influyentes desde un punto de vista estético.
Haste ha escrito un relato muy pormenorizado que invita al lector a viajar con Alma desde sus años de infancia en Viena, centro de la cultura europea, y atraviesa sus innumerables conflictos amorosos. El objetivo de Haste no es solo señalar la personalidad de Alma -a quien se acerca investigando sus propios escritos, pese a que siempre se ha dicho que tergiversaba mucho lo ocurrido-, ni tampoco desmitificar tantas cosas que se han dicho sobre ella -su egoísmo, su cálculo y frialdad, su antisemitismo-, sino explicitar, en primer lugar, su propio talento musical, la dificultades que le acarreó su condición de mujer y, especialmente, el importante papel que desempeñó a la hora de inspirar a escritores, músicos, pintores… Ella fue consciente de eso mismo al escribir en su autobiografía: “He tenido una vida hermosa. Dios me ha permitido conocer las obras de los genios de nuestros tiempos antes de que abandonaran las manos de sus creadores. Y durante el tiempo que me permitieron sostener los estribos de estos jinetes de luz, mi ser ya recibió justificación y bendición suficiente”.
Por el trayecto, lo que se adivina es a una mujer herida, atormentada, con falta de autoestima. Haste quiere recuperar su contribución a la música, la pasión que le permitía superar sus conflictos y la tranquilizaba. Se percibe, por otro lado, una evolución entre el radicalismo más confiado de la joven Alma, dispuesta a contravenir cualquier norma social, a una mujer algo más empequeñecida, que intenta amoldarse a lo que la sociedad exige de ella.
El libro será de especial interés para los amantes del arte porque ofrece una descripción del mundo cultural del siglo XX y de la transición entre el viejo mundo que tenía su centro en Viena, al de Nueva York. Ahora bien, la vida de Alma no es un dechado de virtudes, precisamente.

TROA