ARTEMIUS CREEP, EL CAZAMONSTRUOS. 1: LA MANSIÓN DEL GAVILÁN

Priscilla es una niña de diez años, huérfana, que vive en Tarántula, capital de la remota región de Poltergovia y una ciudad donde nadie sale de casa voluntariamente después de ponerse el sol. El proyecto de publicar en el periódico de su escuela un reportaje que cause sensación, la lleva a introducirse, en compañía de su mejor amigo, Bablú, en la Mansión del Gavilán, un edificio siniestro y decrépito que se supone deshabitado. Sin embargo, al entrar en él los dos niños se encuentran con su dueño, Artemius Creep al que se suponía muerto y que tenía fama de dedicarse a cazar y embalsamar cuanta criatura monstruosa se cruzara en su camino. La obra, escrita en tono humorístico, evoca la tradición de novelas de terror iniciada con la historia del monstruo de Frankestein. Priscilla y Bablú descubren lo que hay de verdad en las leyendas sobre Artemius y acaban por hacerse, no solo amigos del anciano cazamonstruos, sino sus ayudantes en la tarea a la que ha dedicado su vida. El anciano Artemius les explica que el verdadero monstruo no es una criatura deforme sino un edificio o los puentes elevados de las grandes utopistas para cuya construcción se han derribado cientos de árboles. Al final, Priscilla no escribe nada sobre él y permite que los demás le crean muerto o ausente, para dejarle vivir en paz. Además, se propone ayudarle en su empeño de impedir que ciertos humanos cometan monstruosos desastres contra la Naturaleza. La obra, primera de una serie, narra una historia original e impregnada de humor, que transforma los elementos propios del género de terror en una aventura divertida y dinámica, escrita con estilo directo de fácil lectura. Su contenido de fondo parece tender, al menos en este episodio inicial, a considerar a los monstruos no como enemigos, sino víctimas de los humanos.

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