BLANCO DE PLOMO

Susan Daitch (Connecticut, USA, 1954) aborda en su novela titulada Blanco de Plomo el turbulento mundo de las subastas de arte organizadas por compañías sin escrúpulos que no dudan en cometer todo tipo de fraudes si de ellos obtienen beneficios millonarios.
La protagonista del relato, Stella Da Silva, conservadora de arte contratada por la casa Claiborne´s de Nueva York, se encarga con gran secreto de la supervisión técnica de Las Meninas, el famoso cuadro de Veláquez expuesto en el Museo del Prado de Madrid. Se trataría de evaluar su estado y proponer, en su caso, la restauración oportuna para recuperar algunos de los trazos perdidos. La obra, depositada en los talleres de la empresa, ha sido protegida con las medidas de seguridad más sofisticadas, pero para el crimen organizado, no existen limitaciones a su capacidad de burlar cualquier tipo de alarmas. Mientras la conservadora, fuera de los horarios de trabajo, estudiaba los detalles del cuadro para emitir su dictamen, se vio forzada a interrumpir sus tareas al escuchar unos gritos desesperados en los despachos cercanos. En su precipitación dejó abiertas las puertas de la nave que albergaba Las Meninas, mientras investigaba las causas del escándalo, para regresar minutos después al no encontrar motivos de alarma. El cuadro había desaparecido y, en su lugar estaba el cadáver de un desconocido vestido según la época de los personajes velazqueños del cuadro robado. Tanto los agentes de policía como los socios de Clairborne´s dirigieron sus sospechas hacia Da Silva, que fue despedida de la empresa e imputada en el caso como cómplice de los autores del delito. Stella, con la ayuda de uno de los inspectores encargados del caso, decidió iniciar por su cuenta las gestiones para descubrir a los verdaderos organizadores del fraude, por lo que se enfrentó a una banda de traficantes de obras de arte con ramificaciones en los bajos fondos del hampa de Nueva York. Quedó de esta forma al descubierto la corrupción de los negocios del arte a través de las casas de subastas que no dudan en estafar a los clientes al licitar obras de arte a sabiendas de su falsedad. Susan Daitch documenta su novela con detalles sobre la aplicación de pinturas con fórmulas del Renacimiento y Barroco, a cuadros falsos con el fin de que parezcan auténticos y sean reconocidos por los expertos como obras originales. Igualmente se denuncian las formas de operar de los subastadores que, bajo apariencia de seriedad y honradez obtienen grandes beneficios de sus operaciones fraudulentas. Los recursos poco escrupulosos que la protagonista utiliza para demostrar su inocencia incluyen acciones ilegales, invasiones a domicilios y actos de extrema violencia. Episodios que, junto a repetidas escenas de contenido sexual pueden afectar la sensibilidad del lector, incluso de los aficionados al género de intriga.

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