CAMPANAS DE DUELO

Novela de misterio, acción y aventura cuya acción se inicia en el verano de 1570 mientras S.M. el rey don Felipe II recibe el homenaje de nobles y jerarquía de la Iglesia que agradecen su presencia en la ilustre ciudad de Sevilla, donde permanece hasta que un extraño suceso siembra la alarma entre la población. El jurista, historiador y experto en Heráldica Fernando de Artacho (Sevilla, 1960) muestra sus conocimientos sobre la sociedad sevillana de la época, descrita con la prosa y el y lenguaje dialogado propio una crónica del siglo XVI.
A las doce de la noche, en el silencio de una calurosa noche de verano, las campanas de la parroquia de la Virgen de la “O” en el barrio marinero de Triana, tocan a muerto. La cadencia, además, responde al ritmo y lentitud de cuando se anuncia el fallecimiento de personajes de la Casa Real. Ennoches sucesivas, el fenómeno se repite a la misma hora y con idéntico formato. Los imaginarios protagonistas, el párroco don Lope de Céspedes y el alguacil de la Santa Hermandad, capitán Rodrigo de Alvarado, comprueban el hecho inexplicable: la cuerdadel badajo se mueve sin que nadie la impulse. Las autoridades temen que la noticia llegue a oídos del monarca y le aconseje adelantar su marcha. Don Lope y don Rodrigo, encargados de esclarecer el caso, informan al Cardenal y a las autoridades civiles de que han encontrado un documento en el que el antiguo campanero de la iglesia, ajusticiado por la Inquisición, se declara inocente y anuncia que no descansará su alma hasta no ser reivindicado. Según todos los indicios, el lúgubre tañidode la de la campana continuará mientras no se cumpla la voluntad del difunto. Los miembros del Santo Oficio permiten al párroco y al capitán Rodrigo revisar los archivos y realizar las pesquisas oportunas al advertir una acusación irregular del que denunció al campanero con falsas pruebas que engañaron a los jueces. La investigación se vio interrumpida por el asesinato de varias personas dispuestas a testificar en favor de la víctima, lo que venía a demostrar la existencia de gente interesada en impedir el descubrimiento de la verdad. Se suceden los lances de capa y espada, persecuciones y atentados que muestran el valor del capitán Rodrigo y la tenacidad del sacerdote, dispuestos ambos a arriesgar su vida para restablecer la justicia y devolver el buen nombre a la inocente víctima del odio irracional. Un episodio aislado de sexo empaña la elegancia y buen tono general que preside las actividades de los protagonistas a lo largo del relato.

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