CARBÓN ANIMAL

Hay personas que tienen el don de saber contar historias. Entre ellas está la brasileña Ana Paula Mata (Nova Iguaçú, 1977). Es una narradora. Escribe bien, con un estilo propio, lenguaje conciso, frases cortas y, sobre todo, con una gran fuerza expresiva. Unas descripciones realistas hacen que el lector vea, huela, sienta el calor o el frío y casi trague el polvo del ambiente. Ana Paula es brasileña y su escritura parece estallar, como estallan en su tierra plantas exuberantes con coloridos llamativos o como rompen las cascadas de sus ríos o las olas oceánicas.
Pero Ana Paula elije para sus novelas temas tremendamente macabros. En su novela anterior, De ganados y de hombres (con reseña Troa), ambienta su relato en un matadero de reses. Esta, titulada Carbón animal, alude al que procede de restos orgánicos, en este caso humanos. Cuenta la historia de tres hermanos: Ronivon trabaja en un crematorio y Ana Paula no tiene empacho en describir con detalle el proceso de la incineración de los cadáveres humanos. El segundo hermano, Ernesto Wesley, es bombero; un hombre duro, especializado no solo en sofocar incendios, sino en la dura tarea de sacar de entre las llamas o de los escombros a las personas que han quedado atrapadas; en otras ocasiones se ocupa de extraer los cuerpos apresados entre la chatarra a que quedan reducidos coches o trenes tras un accidente. El tercer hermano, Edgar Wilson, trabaja en la mina de carbón, un oficio cuya dureza describe con un realismo que hace aspirar la carbonilla. y del que también relata accidentes mortales.
Una novela bien escrita y que se leería con gusto si no fueran temas tan desagradables.

Carmen Juste