CRÓNICAS DE UNA DIOSA

Habitantes de la hermosa Isla de Las Serpientes Marinas donde sale el sol y los dioses pusieron por primera vez el pie, Namina y su hermana Kamikuu están destinadas desde su nacimiento a ser las sacerdotisas de las tinieblas y de la luz respectivamente, un hecho que las obligará a separarse cuando Kamikuu, un año mayor que Namina, cumple los seis años. Una vez que Kamikuu ocupe el puesto que hasta ese momento regenta su abuela Mikura, Namina deberá retirarse al lugar de los muertos para velar por sus cuerpos viviendo solitariamente. Ante tan siniestro futuro, Namina decide rebelarse negándose a seguir las crueles leyes que rigen la isla e iniciando una aventura que la conducirá fatalmente al subterráneo mundo de los muertos, convirtiéndose en la leal servidora de la diosa Izanami en el Mundo de Ultratumba.
A modo de cuento fantástico con abundancia de imágenes mitológicas, Kirino, con un estilo muy oriental de bellas formas, coloridos, hermoseando las escenas, expone unos personajes que bien podrían estar sacados de la mitología griega con dioses crueles, caprichosos, con formas humanas y poderes ilimitados, incapaces de mostrar compasión o cercanía hacia los hombres que serán marionetas de sus deseos. Se habla de la ley de los opuestos, del yin y el yang, de la dualidad en la creación. La existencia de las diosas como trasmisoras de vida y creación, pero también quienes sustentan el riesgo de la muerte y quienes más sutilmente pueden acarrearla. Es siempre el odio lo que hace regresar al Mundo de Ultratumba y el amor lo que redime las almas de los que alcanzan una muerte en paz. Una historia mágica, que con ese sentido dual de la vida muestra a los hombres como seres capaces de lo mejor y lo peor, deseosos siempre de una vida plena lograda por el amor.

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