DIARIO DE UN VAMPIRO ADOLESCENTE

Las anotaciones del diario de Nigel, fechadas desde un 31 de agosto al 4 de enero del año siguiente, permiten seguir el curso de la vida cotidiana de un adolescente como tantos otros que asiste con desgana a clase, compite con otro compañero en la obtención de triunfos deportivos y está enamorado de una compañera de clase. La única diferencia es que, a pesar de su aspecto juvenil, su nacimiento data de 1911 y su defunción de la década de 1920. En definitiva, Nigel, lo mismo que sus padres y su hermanita pequeña, que se resiste a aceptar su condición, es un vampiro, rasgo que le añade un cierto atractivo singular ante sus amistades femeninas, conocedoras de esta circunstancia. Las peculiaridades de su carácter como muerto viviente, chocan y rivalizan con las de un compañero de clase afectado, tanto él como su familia, por el fenómeno de convertirse en lobos fieros las noches de luna llena. Tim Collins realiza en esta historia una divertida parodia de las novelas que han alcanzado éxito comercial a base de utilizar como protagonista a un vampiro idealizado y convertido en figura romántica. Las desventuras de Nigel no permiten considerarle como héroe afortunado, sino todo lo contrario pero, en cambio, resultan muy divertidas y no provocan ningún escalofrío en el lector. Su vida transcurre en un ambiente lo más normal posible y él mismo se niega a transformar en vampira a su novia, pese a los ruegos insistentes de ella. Bien escrito, este diario refleja con acierto la personalidad de un típico chico de su edad, y muestra cuáles son sus preocupaciones características, tratadas aquí en tono humorístico. Sin embargo, este tratamiento irónico se extiende en términos poco respetuosos, a cuestiones religiosas en general y, de modo especial, a las relacionadas con el cristianismo.

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