DIEZ RAZONES PARA SER LIBERAL

Hacía falta un libro como este de Navajas porque hay mucha confusión acerca de lo que significa ser liberal. Por un lado, la izquierda confunde el liberalismo con una corriente moral egoísta, para ricos. Por otro lado, para la teoría política se enuncia solo de manera negativa, como si fuera aquella doctrina que impide la intervención pública. Navajas, liberal convencido, ahonda en lo que denomina filosofía liberal, a fin de advertir de sus raíces y principios. El libro parte, sin embargo, de una postura racional: lo que se pregunta es si la adopción del credo liberal es adecuada. Y la respuesta es que sí.
Navajas, que es filósofo, pero que acostumbra a escribir con mucho sentido común en la prensa y está al cabo de la calle, ha escrito el libro porque entiende también que la libertad no está atravesando su mejor momento. Disecciona algunos de los peligros que ponen en jaque a nuestra democracia y confirma que ser liberal no es dejar que cada uno haga lo que quiera, sino apostar por pocas convicciones y por un sistema que combine libertad y responsabilidad. Aduce, en este sentido, cómo dando poder de decisión a los individuos y conminándolos a construir en libertad sus vidas se conforman sociedades más igualitarias y más justas. Y mucho más tolerantes.
La argumentación de Navajas es muy fresca, muy tolerante, muy elástica. Ayuda a diferenciar las diversas clases de liberalismo que existen y confirma que el que es liberal no es que se oponga al Estado, sino que se opone más bien a la ineficacia. De ahí nace su hostilidad a la burocracia estatal. Deplora asimismo todo paternalismo, pero con el fin de dejar en manos del individuo las decisiones vitales más importantes. Lo contrario del liberal es el paniaguado. Navajas emplea para explicar por qué es liberal un estilo cercano, incluso sarcástico, y directo, casi periodístico. Hay, como suele ser habitual en él, muchas referencias cinematográficas, puesto que acompaña sus argumentos con ejemplos y datos casi irrebatibles. A pesar de que está bien escrito, se echa en falta un tono más crítico con su propia postura y una mayor hondura antropológica. Pero tampoco es que sea este un reparo al libro, que constituye una defensa del verdadero pensamiento liberal.

TROA