EL ABISMO

Después de triunfar con la saga distópica “Desconexión” y varias trilogías fantásticas, Neil Shusterman se adentra con El abismo en la mente de Caden Bosch, un chaval de quince años que comienza a comportarse de manera poco habitual en él. Los síntomas que describe el autor son los propios de una persona que sufre un trastorno bipolar o esquizofrénico: miedos injustificados, imaginación desbordada, ansiedad social, depresión, voces en la cabeza, etc… Shusterman relata magistralmente la experiencia del protagonista situada entre dos mundos, uno real en el que describe la reacción y comportamiento de la familia, amigos y compañeros del hospital ante la enfermedad de Caden; y otro irreal en el que Caden protagoniza un extravagante viaje en barco acompañado por personajes como “el capitán”, un loro, el oficial de derrota, el marinero Carlyle y una mujer tallada en el mascarón de proa; todos ellos en mayor o menor medida trasuntos de los personajes reales. Literariamente, el autor maneja muy bien los tiempos para describir el proceso de la enfermedad dando en cada momento el peso que le corresponde a la realidad y a la ficción que vive el protagonista, desde que está en casa hasta cuando ingresa en el hospital o cuando ya empieza a distinguir entre lo real y lo irreal como el bello momento en el que se tiene que despedir de su amiga Callie porque ella ya se ha curado y que el propio Caden describe como “un poco de dura realidad en medio de la dura irrealidad”.
Si bien la intención del autor es la de ayudar a comprender mejor el “abismo” en el que se encuentran quienes padecen una enfermedad mental de esta naturaleza, la realidad que describe hace que afloren situaciones y comportamientos que no se corresponden con los miedos e inseguridades propios de los jóvenes que están inmersos en la adolescencia. El hecho de que el protagonista sea un adolescente justifica a duras penas que la obra esté catalogada como literatura juvenil. Se describen reflexiones del protagonista sobre el suicidio, motivadas por la muerte de un compañero que se corta las venas en el hospital con la cuchilla de un sacapuntas; así como comportamientos paranoicos propios de enfermos mentales. Para generar empatía con quien sufre una enfermedad mental no debería ser necesario hacer pasar por esa experiencia a lectores jóvenes, algo que se hace en este libro.

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