EL BAILE DE LA CORRUPCIÓN

El libro, escrito por Jorge Trías, ex-diputado del Partido Popular, cuenta cómo su inesperado encuentro con los casos de corrupción surgió a raíz de la publicación de un artículo en el que defendía la independencia judicial del juez instructor de la causa.
El autor estima que la corrupción es inevitable. Y desde lo que califica como “su historia”, se revela como una figura puente entre jueces y políticos en el caso Gürtel. Su implicación fue de tal envergadura que Trias Sagnier fue citado a declarar como testigo en la instrucción de la causa de los “papeles de Bárcenas”.
Aporta credibilidad al relato la descripción de las conversaciones privadas que el catalán mantuvo con el juez Pedreira, instructor del caso Gürtel. Y facilita datos concretos de esta visión particularísima, entrelazando hechos objetivos con suposiciones del autor, como es la referencia a que sus comidas con Bárcenas en El Paraguas o el restaurante Lavinia las cargaba el tesorero a la cuenta del partido.
Insiste en la defensa de la neutralidad con la que tanto Pedreira como Garzón actuaron en sus decisiones judiciales, y aprovecha para mostrar ciertos episodios como ejemplos del intento de interferir por parte de algunos políticos en decisiones judiciales, como es el caso de Federico Trillo.
Entre las anécdotas comentadas, refiere conversaciones privadas, tanto con el mismo Mariano Rajoy o Luis Bárcenas, como con políticos menos mediáticos, como Luis Fraga, amigo de éste último o el recientemente fallecido Álvaro Lapuerta.
Tratando de dotar credibilidad a su historia, sorprende que cite a algunas de las personas que le acompañan a sus visitas a Pedreira, como Pedro Gómez de la Serna, testigo de muchos de los episodios descritos. También incluye al principio de su relato opiniones políticas sobre la actualidad, como una clara crítica al nacionalismo catalán, definiéndolo como “nacionalismo excluyente”.
A la vista de los casos de corrupción, pone en cuestión si es posible una sociedad transparente, una justicia independiente, una democracia representativa y unos jueces limpios y preparados.

María Crespo