EL CAMINO DE HIERRO

Primera novela del autor, la biografía de este visionario emprendedor e inquieto sirve de base para un retrato de la convulsa España de su tiempo; en ciertos aspectos, similares a los que vivimos hoy.
Hombre ávido de riesgos y grandes empresas, invierte cuando otros se deshacen de sus negocios, y vende para darse a iniciativas aún más arriesgadas. Su sentido de lo práctico y el pertinaz deseo de no quedarse atrás respecto a lo que en Europa sucede, le lleva a construir el primer tramo de ferrocarril entre Madrid y Aranjuez.
La sinuosa vida política de los decenios en que vive le llevan a ocupar un ministerio, breve paso por la política, que finaliza pagando con el destierro. Pero regresa de su exilio europeo con nuevos bríos.
Sus amores: el coleccionismo de incunables, gusto refinado en su presentación personal, en locales que habita y frecuenta, deleite en la belleza femenina que le hace sentirse a gusto. Todos están embebidos del placer en el riesgo y encontrarse constantemente en tensión. Hombre hábil y preocupado por forjarse a sí mismo, labra y cuida sus contactos a través de una rica vida social. En sus encuentros con personas sorprendentes, como Dumas, hacen que el propio Salamanca descubra en sí a un romántico. Se sorprende a sí mismo y le gusta.
Vida y contexto de su vida se entrelazan en una lectura amena y fluida. No falta una buena documentación que hace respirar verosimilitud. El autor recrea con habilidad un Madrid azaroso que vive cara a la galería, en el que la personalidad del Marqués destaca por su tesón y trazas de galán.
En definitiva, entretenida lectura sin mayores, pretensiones de profundidad psicológica. Pero que nos permite conocer bien al protagonista, su mundo y su época.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa