EL CANTANTE DE GOSPEL

“El cantante de Góspel” es una fábula sobre las apariencias, la fama y cómo las multitudes pueden endiosar a un famoso y lincharlo a continuación. El cantante de Góspel proviene de un pueblucho del sur de EEUU en una época que el autor sitúa en la primera mitad del XX. El pueblo recibe el nombre de Enigma y en él viven gentes obtusas que crían cerdos en sus casas, como la propia familia del guapo y rubio cantante de Góspel, que con su maravillosa voz y su don provoca conversiones a Dios sin saberlo ni quererlo y, en realidad, es un lujurioso que sólo quiere tener sexo con las mujeres con las que se encuentra. Junto al famoso cantante está su asesor, o predicador, que le impone penitencia. Y le sigue una feria de freaks, en el más genuino sentido de la palabra: seres deformes y raros, con taras físicas que se exhiben en carpas y aprovechan de las multitudes que reúne el cantante para ganar un dinero.
La novela es sencilla en su esquema y por lo mismo clara y fuerte en su mensaje: la religiosidad entendida como superstición, el dinero y el sexo como adicciones poderosas que llevan pareja la mentira y que impiden la verdad sobre uno mismo. El origen familiar como una maldición o un destino; la vuelta al hogar, la familia como carga y bendición. “El cantante de góspel” está bien ajustada entre lo grotesco y lo creíble; sus personajes son verosímiles y dicen mucho sobre la realidad de cada lector. Como una fábula para adultos no esconde sus símbolos. Tiene sentido del humor y tragedia. Trata el sexo con desenvoltura y de forma directa pero no con ligereza; ridiculiza lo que hay de ridículo y su mensaje no convierte la novela en una moralina porque nadie sale indemne. Resulta entretenida, es sobria y equilibrada y, a la vez, es terrible porque no esconde las llagas y los defectos de sus personajes.

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