EL CONSEGUIDOR

Guillermo Valcárcel en su novela “El conseguidor” narra cómo el comercio de compraventa de objetos de arte sustenta el entramado ambiental de un relato cuya acción se sitúa entre el Madrid de los callejones de “El Rastro” y las lujosas tiendas de los anticuarios instalados en el distinguido Barrio de Salamanca.
El protagonista, un reputado falsificador venido a menos, conocido entre sus colegas con el apodo de “Jota”, recibe el encargo de localizar un reloj de peana del s. XIX, a solicitud de un cliente dispuesto a pagar a cambio una fuerte suma de dinero. A pesar de las dificultades que entraña, “Jota” acepta el reto y reactiva sus viejos contactos para lograr la información que necesita con el fin de alcanzar su objetivo. Los bajos fondos de la gran ciudad, poblados de un variado género de peristas, delincuentes, ladrones y desvalijadores de viviendas, se movilizan al servicio del veterano “Jota” sin que falten rivales dispuestos a privarle del negocio en su propio beneficio. El panorama se complica tras la aparición de una banda de asesinos que, al parecer, desean hacerse con la propiedad del mismo y solicitado reloj. Se trata de criminales a sueldo que no dudan en eliminar a cualquiera que se oponga a sus propósitos. El mismo “Jota” sufre varios atentados antes de localizar la disputada pieza y descubrir la maraña de intereses, venganzas y viejos rencores que se oculta en el fondo del empeño en poseerla. Su hallazgo tampoco resuelve, hasta las escenas finales, el misterio de una antigualla que, pese a su escaso valor artístico, ha costado la vida a una decena de personas. El estilo sobrio recoge de forma certera el léxico y el lenguaje coloquial típico del Madrid popular, incluyendo una expresión blasfema puesta en boca del protagonista. El arquitecto Guillermo Valcárcel ha logrado dotar a esta su primera novela de una trama interesante y unos personajes convincentes que sobreviven de forma violenta al margen de la ley, de acuerdo con sus particulares códigos de conducta.

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