EL CUARTO DE LA CRIADA

Fiona Mitchell, periodista de profesión y colaboradora en diversos medios de comunicación, reside actualmente en Londres tras una larga temporada en Singapur. Fue en ese país donde le surgió la idea para su primera novela El cuarto de la criada. Interesada por la vida de las mujeres contratadas para el servicio doméstico en Singapur, en su mayoría filipinas, se propuso escribir un artículo sobre el tema. Sin embargo, después de un tiempo recabando información, decidió que un libro sería lo más adecuado para dar voz a un colectivo profesional infravalorado.
Tala y Dolly son dos hermanas originarias de un pueblecito paupérrimo de Filipinas. La primera no ve otra alternativa para poder sacar a su familia adelante y dar a sus hijos la posibilidad de una educación mejor que emigrar a Singapur para trabajar como criada y poder enviarles todo el dinero que pueda. Tiempo después la seguirá Dolly dejando atrás un bebé de pocos meses.
La vida en su nuevo país no es fácil. Además de días repletos de trabajo, sin apenas tiempo de descanso y con un sueldo mínimo, deberán soportar el desprecio de sus señoras, el acoso de los señores y conformarse para dormir con un pequeñísimo cuarto sin ventana junto a los utensilios y máquinas de limpieza. Tala, de carácter fuerte, se rebela, sobre todo cuando alguien escribe un blog con el único fin de denigrar aún más a las empleadas del hogar. Usando las mismas armas, Tala creará un blog con el que poder dar voz a todas esas mujeres, aún corriendo el riesgo de ser descubierta y la posibilidad de ser deportada. Jules, por su parte, una joven expatriada llegada de Londres con su esposo con la esperanza de iniciar una nueva vida y de que el tercer intento de la FIV dé resultado, no puede entender esta profunda diferencia social.
Según la propia autora, los personajes que aparecen en la novela son un reflejo de lo vivido por ella misma durante los años que pasó en Singapur. Aprovecha no sólo para hablar de las criadas, sino de la vida de los expatriados, nuevos ricos lejos de su país de origen con un comportamiento poco virtuoso en muchos de los casos y una moral muy laxa.
Aparecen constantes referencias a la novela Criadas y señoras. Aunque la temática, la estructura y la manera de exponer la historia es similar, Fiona Mitchell no logra trasmitir a los personajes la fuerza y la caracterización adecuadas restándoles autenticidad.
Con todo, hay que valorar la denuncia de hechos dramáticos que muestran la hipocresía y la injusticia en algunos ambientes dejando una puerta abierta a la esperanza.

Encarnita Herraiz