EL DESENGAÑO

Dos veteranos periodistas de opinión, Fernando Jáuregui (Santander, 1950) y Federico Quevedo (Hamburgo, 1960)recogen en su obra conjunta El desengaño la evolución de sus criterios ante las medidas políticas aplicadas por los distintos gobiernos que han ejercido el poder en España.
Aunque los dos autores parten de posiciones ideológicas distintas, llegan a coincidir en unas conclusiones finales, en general pesimistas, sobre el futuro de la democracia española ente la actual crisis institucional a la que atribuyen consecuencias imprevisibles. Jáuregui, desde su perspectiva socialista y Quevedo desde la liberal, reconocen que, tanto en un caso como en el otro, los gobernantes no han sabido responder de forma convincente a las aspiraciones de sus bases.
Fernando Jáuregui comenta cómo, desde su militancia inicial en las filas del comunismo, evolucionó de forma insensible hacia la socialdemocracia de Felipe González, sin perder su agudo sentido crítico que le granjeó a la larga el rencor y la enemistad de los políticos aludidos. Más tarde, su empeño en señalar los errores del presidente Rodríguez Zapatero y del sucesor actual, Pedro Sánchez, ensancharon las distancias con los líderes oficiales, que le han llevado a dudar de la validez de sus anteriores convicciones izquierdistas. Un panorama semejante, en cuanto a las discrepancias en el ejercicio del poder, lleva a Federico Quevedo, en principio cercano a los programas del PP, tanto en la época de José María Aznar como en la de Mariano Rajoy a disentir de las políticas y actitudes de los dos presidentes del gobierno y de los miembros de sus gabinetes. Así, el más profundo “desengaño” se apodera de Quevedo al comprobar que sus leales y bien intencionadas críticas no solo no se le agradecían, sino que fueron utilizadas en contra de su actividad profesional. La debilidad en unos casos y el exceso de rigor en otros muestra, según el periodista, los bandazos de un gobierno como el de Rajoy que no acierta a encontrar el punto de equilibrio entre las aspiraciones ciudadanas y el interés de mantenerse en el poder sin reparar en medios. Además de las confesiones personales de los dos autores respecto al cambio de sus ideas políticas, ambos coinciden también en calificar el problema catalán como uno de los más graves planteados a las sociedad española desde la crisis de 1898, tras la pérdida de Cuba y Filipinas. Observan con cierta esperanza la aparición del nuevo partido Ciudadanos de Albert Rivera llamado, tal vez, a desempeñar un papel destacado en la política española ante la decadencia del PSOE y del PP, afectados por la falta de líderes capaces de movilizar a su electorado. Los diversos temas, expuestos con el estilo ágil y ameno propio de dos expertos profesionales de la comunicación permite a los autores interesa no sólo a analistas y politólogos, sino a extensos sectores del público, lector habitual de los medios de prensa.

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