EL GRITO DE LA GAVIOTA

Al cumplirse el veinte aniversario de El grito de la gaviota, Seix Barral publica la que ha sido considerada ya como un clásico de la literatura de testimonio en Francia.
Emmanuelle Laborit, sorda de nacimiento, escribe a los veinticuatro años lo que ha sido su vida hasta ese momento. Dispuesta a reivindicar el lenguaje de los signos y la capacidad de los sordos para una comunicación plena, Emmanuelle, a la que sus padres le pusieron el cariñoso apodo de gaviota cuando tan solo era capaz de gritar siendo apenas un bebé, presenta un conmovedor relato para hacer entender las ambiciones, pasiones, deseos, frustraciones, y un sinfín de sensaciones que afectan a cualquier sordo y que muchos oyentes son incapaces de imaginar.
Cuando a los siete años descubre el mundo de los signos su corta vida dará un giro completo. Sus ojos serán sus oídos: “Sólo puedo entender una situación si la visualizo”, dirá de sí misma. Comprende que el silencio no es otra cosa que la ausencia de comunicación; que el ser humano es comunicante, un ser capaz de construirse, de hallar su propia identidad cuando puede plantear que “yo me llamo yo”.
Se destaca el papel de los padres, y la familia en general, para poder descubrir que la limitación puede ser un don para sí misma y para el servicio a los demás. A las vivencias de la autora en su difícil época de adolescente que deberá superar, común a otros jóvenes, se tendría que añadir la rebeldía contra una sociedad que la ve diferente, incapaz de aceptar un lenguaje que en Francia estaría prohibido hasta 1991. Un relato que mueve al deseo de una comunicación encaminada a la construcción de un mundo abierto al entendimiento.

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