EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS CABALLOS

Una adolescente, hija única de una próspera pareja de yuppies de Nueva York, sufre un accidente mientras monta a caballo en su casa de campo. Ella y su montura quedan mutilados física y anímicamente, y los padres deciden que para levantar el espíritu de la joven es importante domesticar de nuevo al animal, para lo que recurren a los servicios de un granjero de Montana especialmente dotado para esta tarea. Conocer a este personaje y trasladarse a su tierra cambiará para siempre a toda la familia.
En su primera novela, el autor, periodista y guionista inglés, revela tanto su profundo amor a los caballos como fuertes influencias de las técnicas audiovisuales en su concepción narrativa. La obra, muy dinámica, es una sucesión de escenas gráficas, pensadas más para contemplar que para imaginar. Por eso ofrece indicaciones y referencias antes que descripciones, lo mismo del paisaje que del perfil psicológico de los personajes. En ella predominan la acción externa y los diálogos, faltando en cambio la elaboración interior de personajes y situaciones. La exaltación de la naturaleza y un romance corto, apasionado y adúltero son los elementos básicos del argumento, en el que el primero predomina sobre el segundo, que aparece sólo en las páginas finales. El estilo es coloquial y poco expresivo, más funcional que estético, y la historia está correctamente contada.

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