EL JUEGO DE LA VIDA

Mazo de la Roche (Newmarket, 1879 - Toronto, 1961), es una escritora canadiense que obtuvo gran éxito a partir de 1927, cuando publicó Jalna, una novela que sería la primera de una serie de 16 sobre la saga familiar protagonista. Todo gira en torno a la historia de la familia Whiteoak entre 1854 y 1954. Desde su publicación se convirtió en una de las series más exitosas de la historia de la literatura del siglo XX. Las novelas no fueron escritas de manera secuencial y cada una puede ser leída de forma independiente. La que publica ahora Siruela es la segunda, escrita en 1929.
La historia da continuidad a Jalna. Las turbulencias ocurridas en el seno de la familia Whiteoak han ido apaciguándose y la vida sigue adelante. Corre el año 1927 y la matriarca de la familia, la omnipresente Adelaide, impetuosa e indomable, está a punto de cumplir los ciento un años. Aunque con indicios de demencia, su poder omnímodo sigue planeando sobre todos al no determinar quién será su heredero. Al igual que ella, Jalna va perdiendo el vigor de antaño y empiezan a verse signos de deterioro. Renny, el nieto mayor, sigue siendo el cabeza de familia. Hombre de temperamento fuerte, irreverente, duro, fiado de su fortaleza, apasionado, incapaz de entender a las mujeres y celoso de los de su sangre, es el encargado de mantener a todos unidos en un grupo compacto y de alguna manera impenetrable. La devoción que se profesan es difícil de entender para los que son ajenos. El fuerte sentido de pertenencia y de compartir los mismos genes marcan la existencia de todos. De nuevo surgirán problemas. Esta vez es Finch, el penúltimo nieto de Adelaide. El joven, con dieciocho años recién cumplidos, es el de carácter más sensible y quejumbroso. Sus actitudes y aficiones, contrarias a Renny, le llevarán a revelarse a su manera escapándose a Nueva York. Allí también está Eden, que tras su infidelidad matrimonial lleva una vida rastrera. Otra vez será Renny quien tenga que salir al paso de las ovejas descarriadas para traerlas de nuevo al redil familiar.
Es mérito de la autora mantener la tensión entre los personajes y su individualidad. No hay falsedad en su caracterización. Tanto las virtudes como las debilidades se presentan en un perfecto equilibrio dotándolos de credibilidad.

Encarnita Herraiz