EL MAR DE LAS SIRTES

La rivalidad entre dos viejas naciones, enemigas desde antiguo, se ha ido calmando a la medida de su propia pasividad y decadencia. Avivar las hostilidades y reanudar la lucha parece una adecuada solución para que ambas aceleren su ritmo vital y, para ello, las autoridades de su país envían a un joven aristócrata, soñador y solitario, a la región fronteriza donde han de producirse las hostilidades, confiando en que, sin saberlo y dado su temperamento, sea adecuado instrumento para sus fines. Gracq -pseudónimo de Louis Poirierobtuvo con esta obra el Premio Goncourt 1951, que no aceptó.
Tal vez por haber sido profesor de historia, logra Gracq una ambientación intemporal pero con sabor pasado, en lugares misteriosos que recuerdan a la novela gótica y donde los personajes viven en una especie de ensueño despierto, en actitud vagamente expectante. Todo esto produce en el lector un efecto mágico, que transmite vibraciones intensas e indefinidas, comunicadas a través de una estética surrealista pero que rechaza la escritura automática, subrayando en cambio la supremacía de la perfección estilística. A contracorriente de cualquier vanguardia, la obra, sabiamente construida, tiene un tono poético, en el que coexisten elementos románticos con otros de raíz intelectual, hábilmente superpuestos. Escrita tras las graves consecuencias del conflicto mundial de 1939-1945, esta novela encierra un mensaje escéptico sobre las posibilidades de paz duradera: la guerra puede postergarse pero no evitarse, y al final todo el mundo la desea, pese a saber cuál es su precio. De forma secundaria, dentro de la acción hay un plano erótico, tratado con moderación descriptiva.

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