EL NAVEGANTE

Un profesor universitario organiza una expedición para localizar una isla que no figura en los mapas pero de cuya existencia hablan las leyendas indígenas. La novela narra las peripecias de este viaje y la vida de los expedicionarios una vez que, encontrada la isla, no pueden salir de ella porque su barco ha naufragado.
El escritor australiano (1916-1999) aborda en esta obra, que publicó en 1976, el hastío que ha llegado a producir la civilización occidental supertecnificada. El centro de interés del relato es el análisis de las reacciones que la vida en la isla, a nivel prehistórico en cuanto a medios materiales, despierta en el grupo. El intento novelístico es ambicioso, el estilo está muy pulido, la acción avanza con ritmo medido, los personajes se perfilan hasta el menor detalle y la ambientación recoge leyendas y creencias indígenas de contenido muy expresivo. Sin embargo, la complejidad interna de la obra se trasluce en diálogos abarrotados de ideas contrapuestas, a veces demasiado tupidos para la agilidad que exige el ritmo narrativo, y que hacen perder interés por no haber logrado combinar la riqueza de contenido con la simplicidad de expresión. El autor acierta a dibujar los perfiles de la acuciante sed de absoluto que experimentan los hombres educados sin fe ni religión, pero lo resuelve a nivel de razón natural, en una mística mezcla de animismo y cristianismo y en una cierta ética que, por razón de las circunstancias, aparece bastante alejada de la moral objetiva. Este materialismo primitivo, quizá sugestivo, es inviable como solución a una crisis de civilización.

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