EL PELO DE VAN'T HOFF

Provisto de ordenador y grabadora, un funcionario del Estado llega a una población que parece pequeña y apacible, para llevar a cabo un proyecto que le ha sido encargado por su Ministerio. A la vez que realiza sus obligaciones profesionales, con bastante calma, dedica tiempo a jugar con una pequeña pelota transparente en cuyo interior se ve una serpiente, también de goma, y a observar a los habitantes del lugar.
La obra, segunda novela del autor (Algorta, 1973), tiene una estructura narrativa convencional, una trama que sigue un orden cronológico y espacial coherente, y un estilo ágil que utiliza un vocabulario de uso común. Sin embargo, con estos elementos, aparentemente poco llamativos, el autor ha desarrollado una historia marcada por el deseo de originalidad y abiertamente inclinada hacia un humor muy surrealista. Todo lo que en la obra se cuenta transcurre como un juego, como una filigrana al margen del pensamiento lógico, aunque sometido a unas estrictas normas regidas por el absurdo y el esperpento. La acción, igual que la pelota del protagonista, salta, rebota, rueda, gira, se eleva y cae a capricho, de modo que distrae al lector a base de quiebros anárquicos e imprevisibles. La forma externa de la novela es puramente lúdica, "una burla personalizada", en frase del autor, aunque referida a la escritura de otro novelista, W. Faulkner.

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