EL PUENTE DEL MAR AZUL

Nicolau d’Olwer (Barcelona, 1888 – Ciudad de México, 1961) fue un hombre con una formación intelectual esmerada. Un humanista del noucentisme, al decir de Jordi Amat, autor del sustancioso prólogo a esta edición de El puente del mar azul. Nos lo presenta como un especialista en latín y griego, del que Unamuno llegó a decir “Nicolau es el hombre que sabe más griego de España, pero no quiere que se sepa”. Especialista en las lenguas clásicas y en sus respectivas culturas, lo fue también de la literatura catalana, sobre la que escribió en 1917, Literatura catalana. Perspectiva general.
Sus fuertes convicciones políticas le llevaron a exiliarse en tres ocasiones; durante la Dictadura de Primo de Rivera, a distintas ciudades italianas, en la revuelta del 36 a París y, ya en la época franquista, a México donde falleció. Sintetizan su pensamiento sus obras L’expansió de Catalunya a la Mediterrània Oriental (1926), Paisatges de la nostra història (1929), Caliu. Records de mestres y amics (1958).
Ahora se publica por primera vez en castellano El pont de la mar blava (1928), quizá su obra más exquisita, que escribió cuando ya tenía alrededor de sesenta años y era notable su experiencia, su conocimiento de la historia y de muchos países y, en resumen, de la vida. En esta obra recoge la antigua creencia de un puente tendido sobre el Mediterráneo, que unía Europa con África y dividía ese mar en dos lagos, el de oriente y el de occidente. Un puente trazado entre Calabria y Túnez, que quizá sea un puente de agua, del agua azul mediterránea.
Nos encontramos ante un texto que, en su brevedad, resume su modo de pensar. Un texto cuidado, bien escrito, con una prosa sencilla y cálida en la que rezuma el tesoro del saber mediterráneo. Un mar que, desde tiempos remotos, baña las costas de los lugares en que se han desarrollado las grandes culturas: la árabe y la judía, la macedonia, la griega y la romana, la fenicia y la cartaginesa. Nicolau d’Olwer se centra en las zonas cercanas a los puntos de apoyo del puente del mar azul: de la península italiana, o Sicilia, o Malta, a las costas del norte de África. Busca siempre las imbricaciones, los lazos que unen cada uno de los lugares de los que habla con la historia y los intereses catalanes. Late el anhelo de una Cataluña a la que se “le impidió formar con las nuevas tierras una nación fuerte en el siglo XIII y un imperio estable en el siglo XIV.” Estas son las dos últimas líneas del presente libro.

Carmen Juste