EL REY RECIBE

EL REY RECIBE

20,50 €

  • Editorial: SEIX BARRAL
  • Año de edición:
  • Materia: Narrativa contemporánea
  • ISBN: 978-84-322-3407-1
  • Páginas: 368
  • Encuadernación: Rústica
  • Colección: Biblioteca Breve
  • Idioma: Español

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El rey recibe es la primera entrega de una trilogía que lleva por título “Las leyes del movimiento”, con la que el autor barcelonés pretende describir en clave novelesca los cambios sociales que se han dado en el mundo a partir de finales de los sesenta y comienzos de los setenta (fechas en las que se ambienta esta primera novela) y en las décadas posteriores.
Como narrador ha elegido a Rufo Batalla, joven catalán que ha finalizado sus estudios de Filología Germánica y que, como no ha encontrado otro trabajo, ha aceptado colaborar como meritorio en un periódico de Barcelona. La novela comienza con el encargo que recibe el protagonista de trasladarse a Mallorca y escribir un reportaje para los ecos de sociedad de la boda del príncipe heredero de Livonia. El episodio es esperpéntico, pues al final Rufo, detenido por los servicios de seguridad, consigue entrevistar a Tukuulo, el príncipe heredero de un reino inexistente que ha pasado a formar parte de la URSS, e inicia con él, y con su mujer, de la que será un accidental amante, una intermitente relación que de alguna manera cambia su vida.
Tras su experiencia en el periódico pasa a dirigir la revista Gong, una de esas revistas de actualidad y cotilleo que se ponen de moda a finales de los sesenta. Eso le permite conocer a diferentes personas que forman parte de la mediática fauna social y artística de aquellos años en España y en Europa.
Con un claro componente paródico, la novela presenta en clave literaria algunos aspectos de la España tardofranquista: hay reflexiones sobre la censura, Manuel Fraga, los tecnócratas, el periodismo de esos años, la revolución sexual, el auge del turismo, los Beatles, la muerte de Janes Joplin… También sobre la vida política, con la fuerte influencia del marxismo en todos los frentes. De hecho, Rufo se considera un hombre de izquierdas, amante de la revolución, a pesar de llevar una vida cómodamente instalada en la burguesía y alejado completamente de la religión. Hay también una parte de la novela que revive un viaje de Rufo a la República Democrática Alemana y a Checoslovaquia, que le lleva a ver en directo las consecuencias del comunismo para las libertades, viaje que mitiga su entusiasmo por las soluciones políticas de la izquierda. La novela habla además de sus amistades, del ambiente familiar, de sus novias y amantes… Sin embargo, todo este ambiente le provoca desasosiego, desazón, malestar. Como escribe Rufo, “pasaba el tiempo, las cosas que me rodeaban tocaban a su fin y, si yo no hacía algo pronto, también mi vida pasaría sin dejar de ser como había sido desde sus inicios: inmóvil, vacía, oscura y desesperada”.
La segunda parte de la novela transcurre en Nueva York, destino elegido por Rufo para abandonar Barcelona. Ocupa un puesto en la delegación de la Cámara de Comercio de España, actividad funcionarial que le deja mucho tiempo para cultivar amistades y conocer muy bien la ciudad. Como en la primera parte, se alternan episodios personales de Rufo con referencias a la actualidad social, política y costumbrista de Nueva York, ya en esos años el centro del mundo, ciudad que ha sustituido a París como centro mundial de la cultura.
Rufo habla de la gente variopinta que conoce tanto en su oficina como en sus recorridos por la ciudad. En una fiesta, inicia una relación con Valentina, que se convertirá en su amante. Con ella frecuenta diferentes ambientes que le dan pie a Mendoza para hablar de la vida en Nueva York, de la religión, del cine, la música, el arte de vanguardia, el caso Watergate, las Brigadas Internacionales… En Nueva York se reencuentra con el príncipe Tukuulo, con el que mantiene una larguísima charla en la que le cuenta la historia de su país, digresión que va desde la página 315 a la 344. La novela finaliza con el regreso a Barcelona para pasar unas Navidades con su familia (poco tiempo después del atentado en Madrid contra Carrero Blanco) y el posterior regreso del autor a Nueva York.
La novela mezcla más que en otras obras del autor las dos tendencias más habituales en su literatura: el análisis social y la vena paródica y humorística. Rufo encarna de alguna manera estas dos visiones, pues estamos ante un personaje algo desangelado, con poca fuerza, que asiste impasible a la sucesión de importantes hechos y casualidades que ocurren a su alrededor. Eduardo Mendoza utiliza a este protagonista como hilo conductor de los sucesos que va narrando y que muestran los rápidos cambios sobre todo sociales que se dan en el mundo occidental: consolidación del mundo gay, la irrupción del feminismo, la revolución sexual, los cambios políticos, las drogas, nuevas costumbres… Todo esto incorporado a la trama de manera forzada y con poca sustancia narrativa, pues los temas apenas pueden desarrollarse y queda de ellos una impresión parcial. Y, como decíamos, la vena paródica la protagoniza en este caso la relación de Rufo con los príncipes de Livonia, una relación sin pies ni cabeza que incluso en su parte final, cuando el príncipe le cuenta la historia de la colonización de Livonia, se convierte en una digresión que no encaja absolutamente nada con el ritmo ni con la estructura de la novela.
La novela tiene buenos momentos: excelentes descripciones, escenas humorísticas, personajes estrafalarios, análisis certeros… Pero, como novela, no funciona. La trama es insustancial, muchos personajes aparecen y desaparecen sin dejar rastro ni huella, los conflictos internos que vive el protagonista no consiguen tener entidad, las relaciones con sus amantes y otros personajes no tienen lógica… No hay, además, un argumento claro salvo esa sucesión de instantáneas a las que asiste en directo Rufo Batalla, de las que él se siente como “partícipe de algo importante y, al mismo tiempo, era consciente de no pintar nada”. La trama es en muchos momentos bastante superficial y algunos análisis y comentarios (por ejemplo, sobre la religión) resultan disparatados.

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Eduardo Mendoza

Eduardo Mendoza

(Barcelona, España, 1943)Autor teatral, novelista, abogado y traductor. Tras graduarse en derecho en 1966, ejerció como pasante, asesor jurídico y traductor fijo en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, entre 1973 y 1982. Posteriormente trabajó para la misma organización en Europa, residiendo en su ciudad natal durante la mitad del año.Debutó en la literatura con “La verdad sobre el caso Savolta” (1975), que obtuvo el Premio de la Crítica; “El misterio de la cripta embrujada” (1979); “El laberinto de las aceitunas” (1982)... [Leer más]

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