EL ÚLTIMO BESO

Gracias a esta novela, “El último beso”, James Crumley (1939-2008) está considerado uno de los grandes autores de la novela negra americana. Su producción literaria es extensa y no se dedicó exclusivamente a este género.
En el detective privado C.W. Sughrue se mezclan los nobles sentimientos humanos con la falta de escrúpulos, la violencia, el sexo y el alcohol. A pesar de sus contradicciones, Sughrue tiene sobre todo un gran corazón y no sabe negarse a quien le pide ayuda. La explicación a esa vida tan caótica, incierta y controvertida se encuentra en el drama de la guerra de Vietnam, de la que salió mal parado y con efectos muy negativos ya que acabó en la cárcel.
A Sughrue le contratan para encontrar a Trahearne, personaje también singular, alcohólico como él, escritor, pero que con frecuencia desaparece de su casa donde vive con su madre, su mujer y su exmujer. Precisamente es la exmujer la que le contrata para que dé con su paradero. Sughrue le acaba encontrando en un garito regentado por Rosie, quien le pide ahora que busque a su hija Betty Sue Flowers, que despareció hace diez años. Trahearne decide unirse a la búsqueda. Se trata de un personaje maleado negativamente por otra guerra, la Segunda Guerra Mundial, y tiene como máxima ilusión escribir una novela sobre amor y perdón. A pesar de la diferencia de edad, los dos se entienden bien entre borrachera y borrachera.
Con el inicio de esta búsqueda comienza propiamente la novela, después de las presentaciones de personajes y de la recreación de ambientes. El recorrido buscando a la chica es lento y largo y con frecuencia acaban en la casa de Trahearne. La búsqueda les lleva a adentrarse en el mundo de la pornografía, donde parece ser que aterrizó en su momento, y a seguir la pista de unos personajes variopintos, descrito todo con gran calidad, una excelente capacidad de observación y mucho cinismo e ironía.

TROA