EL ÚLTIMO HERMANO

En 1940, un barco de pasajeros desembarca en Port Louis, la capital de la isla de Mauricio, a mil quinientos judíos austriacos, polacos y checos que, huyendo de la persecución nazi, intentan llegar al puerto israelí de Haifa. Al carecer de documentación en regla , los ingleses los consideran emigrantes ilegales y los encarcelan hasta el final de la guerra. La autora parte de un hecho real: la amistad de dos niños de diez años, el hijo del guarda que custodiaba la cárcel, nativo de la isla, y un pequeño prisionero que logra escapar y a quien el otro esconde hasta que, enfermos ambos, no tienen ya fuerzas para huir de los policías.
La autora se centra en dos víctimas infantiles de la violencia que, pese a la crueldad de los adultos, guardan en su interior una gran capacidad de afecto e ingenuidad. El nativo, que perdió a sus dos hermanos en una riada y cuyo padre le da unas brutales palizas, encuentra en el rubio judío, hambriento y enfermo, un hermano al que querer y proteger; el judío, de más alto nivel social y cultural, en medio de su soledad y sus dolores goza de una amistad inesperada y sincera que le devuelve la sonrisa. La obra está muy bien escrita, con descripciones expresivas y un estilo suave, matizado y poético, que encierra una gran ternura sin caer en excesos sentimentales. La acción, de un dramatismo sobrecogedor, se desarrolla en términos sencillos, a través de los recuerdos del protagonista, ya septuagenario. El hecho de basarse en situaciones reales añade fuerza a la que de por sí es ya una novela intensa que, pese a su apacible y delicada forma externa, conmueve profundamente.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa