FERIA

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Quien haya atravesado La Mancha, reconocerá en esta narración su luz, la transparencia de su aire y una llanura casi plana que alcanza muchas veces hasta la línea del horizonte. Así es la primera novela de Ana Iris Simón, llana, luminosa, realista, sincera y ausente de recovecos. Genuina. El pensamiento de Ana Iris, nacida en 1991 en un pueblo tan quijotesco como Campo de Criptana, es también rectilíneo y lo plasma sin el menor rebuscamiento. Escribe con los modos y expresiones de de su gente. Los que ella utilizó de niña y, mientras lo es, con razonamientos y motivaciones infantiles. Y, después, con las expresiones propias de los adolescentes y adultos de su alrededor.
Ana Iris recorre su vida desde su infancia y escribe un relato en el que ella es la narradora y la protagonista. Retrata al resto de su familia con trazos gráficos y suficientes. Transmite el afecto a un padre que rezuma la sabiduría del hombre de la tierra castellana. Un padre que es cartero, ateo y comunista. Y una madre también cartera, la Ana Mari, “que es como un mundo que se expande”. Habla de sus padres con tal fuerza que, ya adulta y periodista, un amigo que prepara un guión entrevista a su padre. Y el joven guionista se admira de ese hombre sin estudios que rebosa inteligencia y sentido práctico. Como todos los niños recuerda a sus abuelos, los Simones, gente del campo, y los maternos, feriantes; tardó años en hablar de ellos, pero ya adulta la feria le enorgullece. Y titula Feria su primer libro.
Un libro escrito con un toque de humor algo ingenuo y ausencia de prejuicios. Gana al lector por su nobleza, por sus razonamientos “Me da envidia la vida de mis padres a mi edad” que ya tenían una hija de siete años y un adosado en Ontígola, un pueblo de Toledo. O cuando explica que lo que quería ser es “un poco mujer florero”. Pero que en realidad no quería decir mujer florero sino ama de casa. También habla de la ilusión de tener hijos, ella que pertenece a una generación que los retrasa, y no rechaza creer en Dios.
Los lazos familiares son para ella un punto fuerte. Y ahí entra también Javi, su hermano. “Mi padre vino a por mí a Ontígola para llevarme al 12 de octubre” (el hospital de Madrid en el que nace su hermano). Y escribe “Cómo era posible que ya lo quisiera si era la primera vez que nos veíamos”. Los capítulos que dedica a Javi son todo un tratado del cariño entre hermanos hecho a base de pinceladas.

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