FILIBUTH O EL RELOJ DE ORO

Jacob escribe con sentido del humor e imitando al modo oral, con verborrea, con expresiones exageradas, con diálogos llenos de interjecciones que con su locuacidad esconden la verdad. La historia del reloj es el pequeño hilo conductor que proporciona a Jacob el lugar donde colgar personajes histriónicos: tenientes de navío, marchantes de arte, señoras encopetadas y lugares emblemáticos como París, Japón o Venecia, historias de burdeles discretos y de sesiones de hipnotismo. Pero las voces casi son indistinguibles: maliciosas, retorcidas, ambiciosas…todos quieren el reloj o lo que pueden conseguir con él. Todos quieren la historia que lo acompaña.
El libro es un conjunto de cartas y relatos, que componen esta novela como piezas de un puzzle abigarrado e imposible de simplificar. La novela es algo surrealista, algo dadaísta, como los artistas con los que trataba Max Jacob: Apollinaire, Picasso, Modigliani. La novela parece que siempre habla del presente, de lo que ocurre en ese momento, de los monólogos delirantes de cada personaje que no hacen más que hablar, parlotear, increpar y hablar sobre los dueños del reloj y de cómo lo tienen ellos ahora. No hay un plan, ni un sentido ni un proyecto, ni un narrador: es una novela vanguardista.

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