FLORIDO GRANADO CADUCO MARCHITO

Sara Baume, (Inglaterra 1984), hija de padre inglés y madre irlandesa y residente en Cork (Irlanda) narra en esta su primera novela la relación de una singular pareja, formada por un hombre de cincuenta y siete años, soltero afectado por ciertas anomalías físicas y mentales, y su perro, un animal tuerto, recogido de la perrera municipal. Ambos conviven en la destartalada casa que el hombre ha heredado de su padre, fallecido años atrás, hasta que el perro ataca a un niño del vecindario y su madre decide denunciar el hecho. Para evitar que lo sacrifiquen, huyen precipitadamente ambos y vagabundean en coche por toda Irlanda durante varios meses hasta que se les acaban los fondos y regresan al pueblo.
La obra, narrada en primera persona, se desarrolla a través de monólogos que el protagonista dirige a su indómito y astroso compañero de aventuras con el que le resulta fácil comunicarse debido a que ambos comparten la misma condición de minusválidos y abandonados. A lo largo de semanas de viaje sin rumbo, el protagonista, siempre aislado y rechazado por su entorno y sobre todo por su padre desde que quedó huérfano de madre a los dos años, cuenta a su amigo el perro, mudo y medio ciego, la historia de su vida. Sus limitaciones le impidieron asistir al colegio, motivo por el que apenas salió de casa, no frecuentó amigos y nadie se enamoró de él. Concebida al estilo de las novelas estadounidenses del llamado género de carretera, la novela cuenta con acertadas descripciones del paisaje de la costa irlandesa, pero, en cambio, la suciedad, la miseria, el abandono y la violencia son rasgos ambientales comunes atribuidos a lugares y personas con los que entran en contacto los viajeros cuando se detienen para dormir o protegerse de la omnipresente lluvia y del consiguiente barro. La autora ha descrito con cierto recreo morboso la progresiva desintegración moral del personaje central que a medida que evoca su pasado, admite su responsabilidad en la muerte de su padre al no haberle prestado la ayuda necesaria para que sobreviviera. Finalizado el balance de su lamentable historia, el hombre y el perro toman caminos separados, porque el instinto de un ser irracional puede impulsarle a superar unas circunstancias que un ser humano no es capaz de soportar y menos aún si se siente abrumado por el peso de la culpa. De la obra, bien escrita teniendo en cuenta la condición primeriza de la autora, se desprende un nihilismo abrumador, que culmina en un desenlace adecuado a este planteamiento vital.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa