GLORIA MIA

Centella, el protagonista, se encuentra en casa de un amigo que le ha acogido después de un accidente doméstico en su casa de la sierra madrileña. Se encuentra ya viejo y quiere ajustar cuentas con su amigo confesándole su pasado. Para ello le narra su etapa de guerrillero en Colombia, en la que tuvo dos amantes, en medio de las penalidades sufridas en la selva. A continuación, Centella explica su llegada a Madrid, donde consigue un trabajo a costa de no contarle la verdad a su amigo. La novela tiene un comienzo divertido y breve que se interrumpe con la historia sobre Colombia, la cual comienza repentinamente y sin contexto. La llegada a Madrid se cuenta de modo tan brusco como la anterior etapa de la novela y tampoco se entiende el porqué Centella ha ido a Colombia, ni a qué tipo de trabajo se dedica. Por lo tanto tenemos tres historias –si añadimos el breve incidente doméstico del comienzo- inconexas y descontextualizadas, algo flojas en su modo de ser narradas. A la novela le falta querer decir algo, además de contar una historia carente de garra, a pesar de mostrar la tensión en los líderes de la guerrilla, y los amoríos de Centella. No se sabe para qué se ha escrito esta novela: no tiene nada que añadir, ni un modo particular de contar, ni casi ganas de contarlo. La novela resulta floja y prescindible. No tiene tensión, no aporta ideas propias sobre ningún tema; tampoco tiene tono propio.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa