LA ANTORCHA AL OÍDO

En este segundo tomo de sus memorias narra el autor los años comprendidos entre 1921 y 1931, que para él transcurrieron entre tres ciudades: Frankfurt, Berlín y, sobre todo, Viena. Canetti (1905) vive entonces su primera juventud, cuando comienza a definir sus preferencias culturales y su personalidad artística.
Movido por un afán constante de estudiar al ser humano, el autor estructura sus recuerdos en función de las personas de aquella época que dejaron mayor huella en su mente. La obra se convierte así en una galería de personajes muy variados que forman un fresco colorista y expresivo, incluso con algún rasgo pintoresco, de la sociedad centroeuropea del periodo de entreguerras. Canetti apenas se preocupa por los aspectos sociológicos: su visión es la de un humanista atento al arte y a las inquietudes de una élite intelectual, aunque también interesado en individuos aislados que no pertenezcan a ella. Narrador de corte tradicional, su estilo es lineal, claro y muy preciso, con un léxico selecto y una construcción impecable. Como observador juvenil, todavía inmaduro, ofrece un testimonio parcial y periférico del mundo germánico en el que transcurre esta obra, con manifestaciones de más amplitud que profundidad.En cuanto a su modo de pensar, se muestra reservado en terrenos íntimos, indiferente en materia religiosa y tolerante en cuestiones sexuales, referidas siempre a otros. Todo ello revierte a un espíritu idealista, educado de forma ecléctica, sin convicciones firmes y con gran avidez por conocer pareceres ajenos y contrastarlos en plano de igualdad, a falta de un criterio objetivo que le sirva de guía moral.

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