LA CHICA NO OLVIDA

Autora de varios libros de poesía, esta autora zaragozana (1990) ha obtenido con La chica no olvida el I Premio EspasaesPoesía. Vivimos un momento de auge de la poesía joven, con un grupo de poetas que venden bastante y que han conectado con los sentimientos de un amplio número de lectores, de ahí que una editorial como Espasa haya decidido dar visibilidad a estos poetas en una colección y en un premio y sacarlos de las catacumbas de Internet, aunque muchos de estos poetas tienen importantes audiencias.
Vale para Irene X lo que comentamos en su momento de la poesía de Marwan, quizás el poeta de más entidad, y de César Brandon, que se hizo famoso después de ganar un programa televisivo. Estamos ante poetas muy pegados a la cultura contemporánea en la que viven (“No soy un producto electrónico que yo misma pagué a plazos”), con muchos ingredientes y referencias efectivas y costumbristas del mundo pop en el que están cómodamente instalados. Hay crítica social y, en general, sentimientos sociales y amorosos que no cuestionan lo políticamente correcto sino que, al revés, son una muestra de por dónde van los tiros en lo que se refiere a afectividad light y mundo referencial.
Estos poetas suelen funcionar muy bien en recitales públicos; recitan con mucha soltura y experiencia, convirtiendo sus actuaciones en un espectáculo. El estilo de sus poesías se basa en impulsos instantáneos dirigidos sobre todo al corazón (“Soy un terremoto que sólo se quiebra a sí mismo a / tu lado/ y tú no tiemblas”). Los poemas no requieren de una gran elaboración formal, pero llegan a los lectores con imágenes directas, cercanas (a veces muy elementales). No hay mucho fondo en su contenido ni en sus sentimientos (“Mi ombligo no es el eje sobre el que girar”). Formalmente, son poesías con mucha musicalidad, paralelismos, juegos de palabras, golpes cómicos y amorosos, requiebros al lenguaje y a las expresiones…: “Cada vez que se enciende una luz/ en el patio/ te espero a ti”. En definitiva, lo dijimos al hablar de César Brandon, una poesía fácil de entender y de asimilar y que consigue emocionar en parte por su eficaz simplicidad. Epidermis en estado puro que necesita de una cierta ampulosidad y exageración expresiva, con metáforas e imágenes un tanto obvias (pero que quedan bien) y una oralidad que facilita su asimilación.

Adolfo Torrecilla